«Merey» redirige aquí. Para la comuna francesa, véase Merey (Eure).
Anacardium occidentale, también conocido como cajú, anacardo, castaña de cajú, marañón, caguil o merey es un árbol originario de la región amazónica del nordeste de Brasil, sudeste de Venezuela y parte de Colombia y Perú. Muchos de sus componentes son utilizados en la elaboración de productos diversos, como por ejemplo dulces, cosméticos y medicamentos.
Se caracteriza por ser un árbol de aspecto desarrollado, de altura aproximada entre 5 y 7 metros, perenne y cuyo tronco se ramifica a muy baja altura. La vida de un árbol de anacardo es de unos 30 años aproximadamente y produce frutos desde el tercer año de vida.
Historia
Su nombre original en portugués brasileño es caju (pronunciado [ka'ʒu]), palabra que deriva del tupí acajú. Se dice que en el año 1558 el monje y naturalista francés André Thevet hacía referencia en sus relatos e ilustraciones a las plantas y su fruto. De cashú se deriva el término inglés cashew.
Cuando llegaron los colonizadores portugueses, les llamaron mucho la atención las propiedades nutricionales de sus nueces; se dice que los portugueses llevaron las semillas a la India en 1568 y a partir de ahí fue introducido en el sudoeste asiático, llegando a África en la segunda mitad del siglo XVI. Estados Unidos hizo las primeras importaciones de semillas desde la India en 1905. Entre este año y 1914 se hicieron otras hacia Francia e Inglaterra.
En 1956 se creó en Brasil un campo experimental del Instituto de Investigación y Experimentación Agropecuaria del Nordeste con el fin de experimentar con siembras de anacardo a gran escala para su posterior estudio. Fue el ingeniero agrónomo Esmerino Gomes Parente quien sembró en este campo experimental un total de 36 plantas. En 1965 se realizó un trabajo de selección en el campo experimental para estudiar sus aspectos morfológicos. En 1976 se inició un programa de desarrollo agronómico de la siembra de semillas de anacardo injertando plantas jóvenes de anacardo con plantas adultas para obtener frutos en un menor tiempo.
En los años noventa y comienzos del siglo XXI hubo un aumento en las exportaciones de anacardo, convirtiéndose en uno de los alimentos con mayor demanda en el mundo.
La semilla de marañón o anacardo reina entre los frutos secos en El Salvador, especialmente en el municipio de Tecoluca, cuyos sueños turísticos reposan en sus exquisitas pepas.
La vida en Tecoluca, que significa ‘ciudad de búhos’ en lengua náhuat, gira alrededor de un producto mundialmente codiciado por su sabor y sus propiedades nutricionales, ideales para dietas y tapas.
Por eso esta localidad del departamento de San Vicente realiza cada año el Festival del Marañón, para contribuir al desarrollo local mediante el fomento de la compra y consumo de la semilla y sus derivados.
El territorio es conocido por su calidez y la fertilidad del valle que rodea al volcán Chinchontepec, que significa ‘cerro de los dos pechos’, como para afianzar desde el simbolismo lo fecundo del entorno.
Un centenar de comerciantes y emprendedores que viven del marañón ofertan hoy pepas tostadas, vino, jugo clarificado, chicha, atol, paletas, pinchos, ponche, conserva y ‘fresco’ (refresco), entre otros.
Esta iniciativa, auspiciada por el Instituto Salvadoreño de Turismo, trae la novedad de un recorrido por una planta procesadora donde los productores seleccionan, limpian, cocen y envasan el marañón de calidad.
Según datos oficiales, el marañón es cultivado de manera orgánica en unas 300 manzanas de terreno en Tecoluca, y el 95 por ciento de la producción es destinada a la exportación, sobre todo a Norteamérica y Europa.
El destino cuenta además con el parque ecoturístico Tehuacán (lugar de los dioses), donde abundan las semillas caídas, que luego son secadas al sol y tostadas en calderas o directamente en las brasas.
Los agricultores locales -agrupados en la Asociación de Productores de Marañón Orgánico, también elaboran a partir del fruto un colorante marrón usado para teñir, y radican en las inmediaciones del bajo Lempa.
Aunque su nombre proviene del griego ‘kardia’ (corazón), el marañón es más conocida como la ‘fruta de la memoria’, porque favorece la actividad cerebral gracias a sus nutrientes, antioxidantes, minerales y vitaminas.
Conocido como alcayoiba en España, castaña de cajú en Argentina, cajuil en República Dominicana, merey en Venezuela y nuez de la India en México, este fruto llega con el ‘invierno’ salvadoreño: la época de lluvia.
El fruto consta de dos partes: el seudofruto y la nuez. El seudofruto, denominado manzana de cajú, es el resultado del desarrollo del pedúnculo en una estructura carnosa característica de esta planta que se desarrolla y madura posteriormente a la nuez. Su uso está relacionado con la fabricación de mermeladas, conservas dulces, jaleas, gelatinas, merey pasado, merey seco, vino, vinagre, jugos, etc. También puede consumirse como fruta fresca. A pesar de que esta parte del fruto posee un gran potencial, solo se procesa un 6% de la producción total actual ya que únicamente hay garantía de venta en el mercado para las semillas, debido a que éstas tienen mucha mayor demanda, son relativamente duraderas y también a que hay poca información sobre el resto de los derivados del pseudofruto.
Cabe destacar que el pseudofruto, cuya corteza es de color magenta o rojizo al madurar y su pulpa es de color amarillo naranja, tiene un sabor extremadamente agrio y astringente, y además es muy jugoso. También se le conoce como marañón.
El fruto real es la nuez, localizada en la parte externa del pseudofruto y adyacente a este. Es de color gris con forma de riñón, duro y seco de unos 3 a 5 cm, en donde se aloja la semilla.
En el pericarpio de la nuez, específicamente en el mesocarpio, se aloja un aceite sumamente cáustico, de color café oscuro y sabor picante denominado cardol, formado por ácido oleico (C18H34O2) en un 55 a 64% y linoleico de 7 a 20% básicamente, además, es muy utilizado en la industria química para la producción de materiales plásticos, aislantes y barnices. En medicina se emplea como materia prima para crear medicamentos y las industrias de todo el mundo lo incluyen como componente de productos para insecticidas, pinturas, etc.
La semilla tiene una gran demanda a nivel mundial por sus propiedades nutricionales, además se utiliza en repostería y es muy recomendada en la dieta alimentaria.
Entre los usos medicinales que presenta el Anacardium Occidentale en Colombia, la comunidad andoque macera e ingiere el extracto de la raíz, lo cual les sirve como antidiarreico. En la comunidad miraña raspan la corteza y la preparan en infusión de uso antidiarreico; también preparan una infusión azucarada con la prefoliación de las hojas, lo cual les sirve como expectorante. La comunidad tikuna toma la decocción de la corteza a manera de anticonceptivo cada mes, durante la menstruación.
En otras regiones de Colombia, como en los llanos orientales y en gran parte de la cuenca del Orinoco se encontró que a partir del fruto preparan un vino de propiedades antidisentéricas, también usan el epicarpio y la semilla del fruto como vesicante dermatológico. En la cuenca del Orinoco también se halló que en algunas regiones toman la infusión de las hojas contra la hipertensión; asimismo, de las semillas extraen un aceite que sirve para eliminar barros, mezquinos, lunares, callos, verrugas. En algunas regiones de Brasil mascan la hoja para conservar la dentadura.
Como alimento, las comunidades indígenas colombianas como Miraña, Muinane, Andoque, Tukano, Huitoto y Yukuna, consumen el fruto fresco o la semilla tostada. Lo mismo sucede en El Salvador, en Centro América, donde su semilla tostada es comercializada y el seudofruto congelado se come en época calurosa. En los llanos orientales de Colombia a partir del seudofruto preparan helados y mermeladas.
En algunas regiones de Brasil extraen un aceite comestible de la semilla por métodos de presión. Como uso artesanal, la comunidad indígena Warrau de la cuenca del Orinoco obtiene una resina a partir de la maceración de ramas y hojas con la que preservan la madera de la pudrición y el ataque del comején.
En la cuenca del Orinoco y en los llanos orientales de Colombia, se encontró que a partir de la extracción del jugo del epicarpio y la semilla hacen una tinta indeleble; también elaboran un jabón artesanal a partir de la ceniza de la madera (leña); además, extraen taninos de la corteza y las hojas para curtir el cuero.
En Cuba, Costa Rica y Panamá se consumen ambas partes: seudo frutos y frutos o semilla conocida como "pepita" de marañón. Con la fruta carnosa se puede hacer refrescos, que se toman fríos, y mermeladas a las cuales se les agregan semilla asadas trituradas o dulces. Se cree adicionalmente que consumir el seudofruto fresco ayuda a la sanación de la garganta irritada.
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