Amigos en Steemit:
Hoy quiero dejarles cuatro fotografías tomadas recientemente en la playa San Luis, de Cumaná, en el estado Sucre, Venezuela.
Hoy sabemos cuan preciado es un día en la playa. Creo que la oportunidad requiere de un sentido de entrega ante la naturaleza y de compasión para nuestros congéneres que viven la experiencia de la separación.
Esta visita a la playa estuvo marcada por el encuentro con un ser que se robó las cámaras.
Podemos dar por cierto que la tranquilidad viene en el disfrute de las cosas y eventos más sencillos.
Hay gente que se emociona cuando es testigo del misterio simple que representa ver salir, de una cueva en la arena, a un cangrejo.
Yo soy una de ellas, entre tantas.
Un cangrejo en la arena es un misterio, pero un cangrejo amable, desinhibido, fotogénico, que te mira a los ojos, es un regalo inesperado.
Es un regalo que no te pertenece del todo, pero es tuyo.
Es claro que Los refugiados debajo de la palma, nuestra especie, lo tratamos con toda la cortesía y la delicadeza que merece una visita de tal categoría.
El quiso estar a tono y se procuró una sombra, para no hacernos sentir tan diferentes. No hubo movimientos bruscos, sino delicados, ya sabemos como reaccionan algunas veces los cangrejos.
Al cabo de un buen rato quiso nuestro cangrejo recobrar su ruta y se despidió, tranquilo, tal vez en busca de nuevos conocidos.
Tal vez sea mi imaginación exacerbada y mi tonta manera de interpretar el mundo, pero al mirarlo caminar entre la gente lo sentí un poco solo, diferente, con sus grandes ojos escudriñando el mundo. Tal vez esté buscando algo.
Cuando comenzó a caer la tarde lo volvimos a ver paseando por la arena.
Es vez en especial compañía.