La primavera se asoma y algunos árboles ya muestran signos de su inminente llegada, adornando el paisaje con flores, mientras que otros aún esperan para ver reverdecer sus ramas y prosperar su follaje. En este intervalo, somos testigos de las dos caras de una transición silenciosa que ocurre en completa armonía. No puedo dejar de maravillarme ante tanta perfección.
Los seres humanos buscamos un porqué a todo, solo para luego plantear algunos "peros" y terminar cuestionando todo a nuestro paso, incluyendo nuestra propia existencia. La naturaleza, en cambio, sigue su curso, siempre sabia, siempre mágica, siempre perfecta, y siempre a tiempo. Luchando, eso sí, por sobreponerse a nuestras amenazas.
Mientras tomaba estas fotos, me quedé pensando y admirando cómo en una misma escena, en un mismo paisaje, coexisten diferentes momentos y realidades, cada uno a su propio tiempo, sin prisa, sin pausa. Es verdaderamente hermoso. Lo mismo sucede con el clima; en esas fotografías, el sol brilla imponente, y aunque no lo parezca, estábamos a 4ºC. A lo que me refiero es que todo parece estar tan perfectamente sincronizado que nada menoscaba el derecho de otro para poder manifestarse a sí mismo.
En fin, hay muchas interpretaciones que podríamos darle a estas escenas, y tal vez en eso radique la magia, no solo de la fotografía, sino de la propia naturaleza. Por lo pronto, espero que disfruten del paisaje.