Monólogo “Amores sin fines de lucro” / Amanda Reverón

in steemitshoolpoetry •  7 years ago  (edited)

Se nos educa, para ser vírgenes, puras y castas...
Se supone que esto nos aseguraría un matrimonio digno, duradero y feliz…
Quién iba a pensar que veinte años después, me tomaría un cafecito con mi madre y mi hermana sentaditas en la cocina, y finalmente mi madre nos confesaría que los hombres disfrutan más de la compañía de mujeres “ociosas” —mi madre diría “ingeniosas”—, y que ya no importa cuánto hayas recorrido el mundo... que hoy es más común ver a hombres que dejan a su primera esposa por una separada o divorciada, pero eso sí, con tres muchachos —en edad de manutención. Y no sólo les mantienen a los muchachos, les compran casa, las ponen a estudiar y le dan una tarjeta de crédito. Por otro lado, están las mujeres jóvenes, profesionales y solas. Esas que van al gimnasio a diario, que se hacen los senos, que se depilan con láser; pero que van al cine solas. Extraña paradoja, que me pareció asunto propicio para un análisis, no cuestionable sino más bien interesante. En esta fauna en donde coexistimos mujeres orgullosamente pendejas y mujeres inteligentemente “mongólicas”, amén de esos especímenes; que dependiendo de nuestro estado de ánimo, día del mes y cuenta bancaria, calificamos o descalificamos a nuestra conveniencia —es decir, los hombres.

Ahora que están de moda los monólogos, que si el de la vagina, que si la Mimí con el aplauso va por dentro, que si la misma susodicha con el trillado tema de que no soy feliz PERO QUE TENGO UN MARIDO... Qué quieres que te diga, que ese es un problema viejisisisisísimo y que es quizás a estas alturas que a las mujeres nos dio por confesarlo. Pero qué cosas... todo pareciera ser que empieza después de los 40 años, pero no, no, no, no; a los 25, a los 29 y a los 32 también se puede llegar a estar traumatizada con ese tema de los hombres, el sexo, la soledad y otros diluvios... bueno y si te hablo de mi amiga Verónica, de 25 años de edad, con su mega cuerpazo espectacular, su mega profesión, un Toyota último modelo y sobre todo su mega soledad... ahhhhhhhhh y su mega frustre con los llamados “malos polvos”, es decir, aquellos hombres que en principio nos hechizan, que están más buenos que pa qué te cuento, con unos cuerpazos que exudan sexapil, pero que no saben qué hacer con tanto talento y encima cuando acaban, que es cuando una está empezando realmente, hay que hacerse la “wuili mein”, poner cara de satisfacción y pa más ñapa decirle: qué rico papi estamos sincronizados... Ni les cuento de los faltos de imaginación, y es que la sexualidad contemporánea aún no ha superado ciertos tabúes, todavía nos podemos encontrar con aquellos que piensan que si el sexo oral es cochino e impúdico; sí, ese maravilloso intercambio de fluidos, de olores, de sabores, ni hablemos de la masturbación femenina, se nos denominaría insatisfechas sexuales y ociosas, entiéndase que estoy hablando de los comentarios hechos por los propios hombres, ah, porque he de confesarles que me he dado a la tarea de empatarme con algunos —perdón—, entrevistar a algunos hombres, y me tuve que hacer pasar por una inexperta en sexo, qué tal, con estos 33, ¿quién se creería eso? Quizás un hombre con la necesidad de sentirse único en la vida de una mujer, con la necesidad de creerse el único en tocar esa tecla del despertar de la sensualidad, de ese ser de Venus (la mujer), que nadie ha descubierto, el hombre siempre buscando alguna tierrita por descubrir, es decir, hombres con síndrome de Cristóbal Colón.
A quién no le ha pasado... que empieza a salir con alguien y cuando por fin llega el anhelado momento de la intimidad ¡¡¡¡zassssssssssssssss!!!! él, tan ocurrente, pregunta: ¿desde cuándo no te lo hacían? ¡poco fino! Primero: a mí no me lo hacen, yo también participo, lo disfruto y me lo gozo, ya que es un acto de dos. Segundo: qué desagradable pregunta, ¡justo en ese preciso momento! ¡qué detalle! Claro, tú le miras con cara de que vas a llorar, pero no porque tengas tiempo sin hacer el amor, no, es sólo que da tristeza y pena ajena que a él le preocupe cuántas veces has hecho el amor durante el último mes... se supone que es un momento de pasión en donde no piensas en nada más... Y numero tres: es un momento para sentir, lleno de intensidad, pero claro, el tipo sólo está pensando en que tú deberías estar desesperada, urgida, eso le genera más placer, ¿qué tal? Y que él, tan sortario, te está haciendo el gran favor de tu vida.

Ni hablemos si estás en el estado más perfecto para una mujer, ¡felizmente separada! —esto lo digo a fines de auto glorificarme- . Entiéndase que este término sólo es aplicado a aquellas féminas económicamente solventes, que no necesitamos de un marido para poder comer, pagar las cuentas, comprarnos unos zapatos, quizás por esto mismo fue que decidimos separarnos, nos dimos cuenta de que:
Nº 1: económicamente, no eran necesarios
Nº 2: sexualmente, puede haber mejores prospectos
Nº 3 (lo más lamentable pero cierto): ellos no nos amaban en verdad, sino que simple y sencillamente es más cómodo vivir con nosotras; que por nuestra misma situación económica, no pedíamos ni exigíamos nada, y por qué no decirlo, estábamos cómodas en nuestra cotidianidad, para qué complicarnos la vida... Después de tanto tiempo, pensando que era diferente al común de las mujeres, ésas sin autoestima, capaces de soportar muchas cosas por el simple hecho del miedo a vivir, a existir, me descubrí como el propio lugar común... una más de las estadísticas.

No crean que los hombres no se cansan o hastían de la cotidianidad al igual que las mujeres, con la excepción de que para ellos existe un salvoconducto para superar este trance: “la amante”, socialmente aceptable, es común, normal y hasta comprensible, dirían algunos: bueno, pero es que su mujer se engordó unos kilitos, además, fíjate, él es un hombre tan activo, enérgico, “aún joven”, y ella es tan descuidada, se envejeció; y en el caso de que sea una mujer joven, entonces dirían: fíjate, ella es muy celosa, se cuaimatizó, el pobre salió corriendo a refugiarse, pues su mujer lo tenía sometido. Y lo más triste es que son comentarios hechos por nosotras, las mismas mujeres, ¡sí seremos pendejas! Pero cuando la cosa es al contrario, sólo existen calificativos tales como: desvergonzada, se le volaron los tapones, prostituta —por llamarlo de una forma más decente. Nosotras no tenemos “amantes” sino “chulos”, dícese de aquellos hombres empatados con una mujer casada (con otro) o que mantienen relaciones con una mujer sola, ya sea divorciada, separada, soltera o viuda (pero solvente), entonces los vecinos dirán: se la está viviendo. Pues sí, qué rico, a mí que me vivan, jajajajajajaja. No se crean que es tan fácil sobrevivir al que dirán, a los prejuicios, porque en el fondo, muyyyyyyyyyyyyyyyyy en el fondo aún nos sigue importando el malvado que dirán.

Hoy en día la competencia es ardua, difícil y llena de matices. Conoces a alguien que te gusta, “aparentemente” del otro lado también existe el mismo interés, en este preámbulo puede que te inviten a tomarte o un café, o un refresquito, pudiera ser una que otra cervecita y cuando mucho un almuercito y si estás de suerte una visitita al cine; porque los hombres de hoy día sólo piensan en un hotel, si es que tú no tienes un apartamentico o él, porque a la hora de la verdad les duele tener que pagar un hotel —hasta eso se ha perdido—, así que, amiga, aprovecha porque una vez que hagas el amor con el tipo, no saldrás para otro lugar que no sea un hotel, hotel y más hotel. Porque los susodichos pierden el interés en cualquier otra cosa que no sea sexo.
También están aquellos a quienes les gusta el sexo de aventura; es decir, en la playa, la montaña, cualquier rincón oscuro de la calle o en cualquier galpón abandonado, estos son los hombres conocidos con el síndrome de Cool Macool, es decir, se las dan de que aman el peligro pero no creas que es para dárselas de interesante, de intensos, en el fondo son unos bracitos de caimán, “pichirres”… Cuidado, porque al final de todo, tú terminas perdiendo la autoestima y pensando que eres un ser anormal sólo por el hecho de querer compartir con tu “pareja” una película, caminar por cualquier plaza, el simple hecho de comerse un helado en cualquier esquina, ¿Qué aluden, cuál es la excusa?: ¡No tengo real! ¿Qué tal? Entonces la señal es: si quieres salir conmigo, debes pagar... Algunos expertos en la materia dicen que es culpa de la liberación femenina, de la profesionalización de la mujer, el resultado de la igualdad de sexos; pues amigos, lo cortés no quita lo valiente —como dirían en mi pueblo. El otro punto es que los carajos no sólo salen contigo, sino con tu amiga, con la vecina, con “titiri mundache”, por lo cual son como los vampiros, le temen al sol, a salir de día, y cómo se te ocurre ir a un centro comercial y exponerlos a que todo el mundo los vea contigo, o peor aun, cualquiera de sus otras novias lo pueden ver. La creatividad masculina a la hora del “levante”, como se dice en criollo, es un abanico de sorpresas que van desde la más exquisita de las tácticas hasta las más insólitas. Esto es quizás lo que hace interesante este preámbulo, que por desgracia se va degradando a medida que aparezcan otras opciones o “culos”; en el argot masculino un “culo” es aquella mujer que según ellos está buenota, pudiera ser solvente económicamente, es una chama; es decir entre 20 y 30 cuando mucho, PORQUE DESPUÉS DE LOS 30 AÑOS, YA NO SE ES UN “CULO” SE ES INTERESANTE. Cuando se es un “culo”, vas a discotecas y a hoteles, a los “culos” no se les presenta a los padres, no se pasan fines de semana con ellas, si te tropiezas con unos amigos de la infancia les dicen: mira, panita, conoce a un culo ahí...
No olvidemos, nuestros mejores amigos: perfectos, caballeros, solidarios, te quieren como si fueras su “hermanita menor”, sales a comer helados con él, te llama para contarte sus penas, sus levantes, te confiesa todo lo “inconfesable” ¡perooooooooooooooo! Cuidado, porque si por alguna extraña circunstancia la situación se torna medio confusa y empiezas a creer que conseguiste a tu media naranja, tu otra mitad, tu alma gemela; pues no, ¡pendeja!, acabas de perder a tu mejor amigo y comenzarás a conocer a un tipo desagradable, que piensa que te acuestas con todos tus amigos, te sacará a relucir todo aquello que un día le contaste, así que no creas en esos con el síndrome de “friends”.
Los hombres contemporáneos han venido sufriendo ciertas mutaciones que les han permitido deslastrase no sólo del compromiso económico, como el compromiso sentimental y emocional que lo pudiera atar a una mujer, así que de vaina algunos sólo se calan a sus madres.

Qué es lo que hace que una relación funcione, a una se le rompe el “coco” haciendo ecuaciones hiper arrechisisisisísimas, saca cuenta con la ley de gravedad, va y se hace una carta astral, a ver qué desgraciado signo estaba influyendo el día y la hora en que naciste, va al psicoterapeuta familiar (papá, mamá y tus hermanos) todo esto por sugerencia de tus padres, quienes comienzan a pensar que hubo algo que hicieron mal, que faltó algo que no te enseñaron; primero para atrapar a un hombre y segundo para retenerlo. Te hartas de leer libros de autoayuda, programación neurolingüística, inteligencia emocional, ¡bingo! INTELIGENCIA EMOCIONAL, es decir, saber escuchar, saber callar, hacerte la vista gorda ante algunas “circunstancias”, hasta para tener un amante hay que practicar eso que llaman inteligencia emocional y entender que hay escasez de hombres y que a ellos les toca la titánica tarea de complacer a varias mujeres.
A ver, a ver, ahora analicemos un término muy de moda: “Sin Fines de Lucro”. Me contó mi amiga Mariana, de treinta y picoooooote, que había conocido a un chamo, síiiiiiiiiii: simpático, agradable, profesional, aparentemente “normal”, solterito, qué te puedo decir, con esta escasez, casi un espécimen en vías de extinción. Comenzaron a hablar, que si ella le gustaba mucho, que si él consideraba que ella era una mujer inteligente —ojo cuando un hombre te diga que le pareces inteligente, tiembla, amiga, tiembla, vete tú a saber qué te irá a proponer—, por lo cual ella entendería que esta sería una relación “Sin Fines de Lucro”. Qué talllllllllllllll. Qué profundo el tipo —qué habrá querido decir—, bueno, una vez que mi amiga se desahogó, procedimos al análisis respectivo entre algunas féminas, quizás entre varias podamos llegar a una conclusión o al menos tener una idea de qué quiso decir el “susodicho”. Qué se debe esperar de esta relación. Primero: el intercambio sexual, entendido como una experiencia más en tu rutina aeróbica; no deben estar implicados sentimientos ni ningún tipo de emoción que te haga creer que pueda nacer un compromiso o vínculo permanente. Es decir, esto funciona como en el gimnasio, una hora en la bicicleta, 20 minutos en la trotadora, 20 minutos de bailoterapia; en fin, una semana con José, dentro de 15 días sales con Marcos —igual para él—, que es quien está proponiendo esta rutina, ya que eso permitiría una relación más dinámica, menos monótona y así sucesivamente... Segundo: el hecho económico. No debemos esperar ningún tipo de “retribución monetaria”, manutención, apoyo. Digamos que el ideal del hombre como soporte económico pasó a ser parte del Antiguo Testamento. La idiosincrasia moderna se contradice, deben ser signos del propio proceso de cambio cultural respecto al papel del hombre y la mujer en una sociedad post moderna —si es que aún cabe utilizar este término. Diooooooooooooooooos, me encanta cuando me pongo a filosofar y de un profundo. Pero es que realmente, aunque me burle, la cosa es un problema de raíces culturales, económicas y hasta religiosas. Porque si da la casualidad que el tipo es de otra religión, digamos evangélico, musulmán o judío, estás metida en tremendo rollo psicológico, ya que cualquier mujer que no pertenezca a su religión, entonces no es digna del carajo. Lo bueno es que aumentará tu vocabulario porque comenzarás a oír conceptos tales como: pagana, hereje, mundana. Es decir, tú sólo sirves para pasar un rato, experimentar. Porque a la hora de casarse elegirán alguien de su religión y por supuesto “virgen”, sincera y honesta. Pero yo me pregunto: ¡DÓNDE COÑO VAN A CONSEGUIR A ESA NIÑA! SI YA SE HAN COGIDO A TODO EL MUNDO! La doble moralidad me hace persignarme. ¿Acaso el amor, la pasión y hasta la lujuria carecen de sentido común? Qué pendeja, ¿verdad? Bueno, conclusión, para seguir a tono con esta modernidad, no ser diferentes a los demás y ser aceptada socialmente y que nadie te vea como un bicho raro, seguiré haciéndome la infeliz divorciada, que toma el café por las tardes con las señoras correctas del vecindario; pero secretamente seguiré siendo la amante del cura, novia del evangélico y participando en las sesiones de sexo colectivo que viene practicando un grupo de amigos con la finalidad de “experimentar” y descubrir nuevas facetas que aún no conocíamos de nosotros mismos —creo que le llaman auto conocimiento y crecimiento de otras dimensiones de nuestro ser. ¡Pueden creer que esto exista! Quizás se pongan las manos en la cabeza, queden boquiabiertas, se santigüen hasta que se les caiga el brazo derecho; o quizás sea yo la que sufra un síncope, al reconocer en uno de estos rostros el suyo, el de la vecina o quizás la casta prometida de mi amigo el evangélico,que decidió “experimentar”, como cualquier mortal, qué ocurre mucho más allá del portal de la supuesta moralidad y los principios inculcados en el seno familiar...
Qué podemos decir, lo último, lo “in”, te casas con tu novio desde hace dos años, ya conoces su familia, él la tuya, han salido para todas partes, se supone que te ha llevado a una gran gama de hoteles, pero al cabo de unos meses la bomba, te divorcias porque descubres que el susodicho es gay, qué cómo lo supiste, pues nada, ¡lo capturaste en el hecho, en tu alcoba, en tu misma cama y con tu propio beibidoll, en una posición nada propia del macho que creías haber conseguido!
Esto parecería un cuento de las crónicas marcianas, pero no. Hoy en día es más común y más popular que el pan de piquito. Los hombres han decidido salir del clóset, vivir abiertamente su sexualidad, ser cosmopolitan. La palabra de moda es: “Estoy experimentando”. Qué quiere decir esto, pues, pregúntame. Y no es que tenga nada en contra de los homosexuales, de los maricas, en fin que cada quién hace con su “culo” una fiesta. En la época en que vivimos ya nadie le para al hecho de ser gay. Ser gay es estar de moda, asumir la postmodernidad desde una perspectiva liberal, civilizada, global...
Qué que hice, pues decidí no darme por enterada, seguir con nuestra rutina familiar pero sin quitarle los ojos de encima, tratando de ver más allá de sus gestos, una que otra vez se me salió la indiscreta pregunta: ¿tienes algo que decirme?, y él, qué te puedo decir, de lo más amable, amoroso. Qué detestable, en otras circunstancias habría jurado que aquel resplandor era por mí, pero no; acababa de estar con su amante —el malvado compañero de tenis y asesor de finanzas. Me intrigaba saber por qué.
Este tipo de situaciones no sólo se da entre personas que no tienen una pareja estable. Dentro del “sagrado vínculo del matrimonio” suelen darse intercambio entre parejas amigas, “experiencias” a fin de no “desgastar la relación”. La permisividad en común acuerdo, pero manteniendo el concepto de ser una pareja, que se relaciona sexualmente con otras personas pero en forma honesta y saludable. Todas estas situaciones, muchas veces vividas en forma secreta —pero que son del conocimiento del vecino, que pudiera criticar y sentirse escandalizado, pero que a la vez se siente atraído por el morbo—, parecieran ser un indicativo de la decadencia de la moralidad tal y como la conocemos, o simplemente la moralidad se ha ido adaptando a la modernidad. Si nos ponemos académicos y tomamos el simple concepto que aparece en el Diccionario Práctico Escolar Larousse, entenderemos el término moral como:
Relativo a las normas de conducta, o doctrina de la conducta humana respecto a la bondad o la maldad. Pues, bien es cierto que la promiscuidad, entendida como el que una persona tenga relaciones sexuales con distintos individuos... No tiene nada que ver con bondad o maldad, “lo bueno o lo malo” son cánones relativos; lo que para unos es bueno, para otros no lo es tanto...
Bueno, en fin para qué tanto cuento, si es harto conocido que la vida es el propio lugar común...
A estas alturas, estoy convencida de que las mujeres nos acostumbramos a un prototipo de hombre __ es como un vicio _ que sabemos que nos hace daño pero que creemos que es necesario e indispensable, o por lo menos creemos que es lo que nos toco vivir. A veces pienso que nuestra autoestima es tan fuerte, que nos creemos capaces de cambiar a la gente – a los hombres-, de alguna manera nos adiestraron o educaron para ser las “matronas”, las cabeza de casa, las psicólogas, maestras; y perdemos las perspectivas y el sentido de vida propia, porque entonces, la vida se nos va en tratar de entender y adaptarnos a los demás y a medida que nos hacemos adultas, los demás son : los hermanos, los novios, los esposos, los amantes. Con todo el desarrollo tecnológico y los grades aportes a la humanidad, aún esto lo llevamos en el inconciente _ mi abuela, diría que es una tara_, no hay modernización ni educación que valga. Si nuestro grado de instrucción o educación es superior, peor la cosa porque entonces nos sentimos culpables y achacamos a tanta universidad la causa de nuestra soledad; que es una de las enfermedades o epidemias de este siglo. Algunos dicen que es el stres, yo le aportaría que el stres se sucede cuando no hay compañía, quien te llame por las noches, quien te envié flores, quien te rasque la espaldita, en fin que llegar a la casa _ en completa soledad_ cocinar para una sola, meterse al baño una sola, pasar la noche entre el televisor y la computadora, amanecer abrazando a una almohada, esto le causaría stres a cualquiera. Quizá por esta razón caemos en los prototipos, pasamos tanto tiempo solos que nos aferramos a lo primero que aparece, y a medida que avanzamos en edad, pareciera que tenemos menos opciones, así que nos decimos _ Juan era igual, pero a éste seguro que lo acomodo y lo adapto a mi forma de ser y de vivir, le contagiare mis ganas de echar pa lante, lo animaré a comprarnos una casita _. En fin, que las mujeres tenemos una gran capacidad para fabricarnos una realidad a nuestra medida. Sí es cierto que tratamos de no repetir patrones, y nos es más, que el de algunas madres sufridas, normalmente nos vemos en el espejo de generaciones anteriores. Pero a fin de cuentas nadamos y nadamos para morir en la orilla, que es la malvada esperanza de encontrar nuestro príncipe azul, que no es más que un buen tipo con quien compartir –COMPARTIR- óigase bien, la vida misma, con sus tropiezos, sus tristezas, sus alegrías, las pasiones y porqué no sus gastos y desgastos…. Como diría mi amiga Maigualida, un hombre, con dignidad de hombre, que no sea un mero objeto decorativo en nuestras vidas y viceversa por supuesto.

A medida que transcurre el tiempo y vamos conociendo otras parejas, nos damos cuenta que nuestras vidas parecieran un ciclo repetitivo _ como diría la canción: ”juro que esto ya lo había vivido”_. Y te ves en el espejo como quien ha sido estafada por enecima vez y entonces recuerdas y recitas lentamente aquel poema que dice:
Tus manos grandes, calladas,
circunspectas y trémulas
me ofrecen este amor
“sin fines de lucro”:
no esperes nada
no te enamores
no sientas
no sufras / ni padezcas
abrázame con distancia
bésame /sin labios / sin legua
recuérdame / sin nostalgias
-0-
vente a mi casa del mar /pero no te quedes
no hagas planes /ni maletas
duérmete en la hamaca/ yo en la cama
báñate con migo en el río / pero no te mojes
en fin
te escribiré un poema
donde no amanezcas / donde no aparezcas
donde solo te acompañen
rumores de barcos / o árboles rotos

Amanda Reverón

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Gracias! esa página es un blog de mi autoria.

Nice post

Gracias por su lectura y por su comentario

Por allí una vez leí: "los hombres y las mujeres nunca abren sus corazones sino que representan el papel que fingen". Tu escrito esta muy bien estructurado y muy gracioso amen de sustancioso. Me gusto muchisimo la forma en que describes esos sentimientos entre hombre y mujeres.