Bajo la lluvia a la media noche

Caminaba bajo la lluvia, sola esperando que alguien me pudiera socorrer. Pasaban los carros y por mas que pedía la cola, nadie se detenía para llevarme. Había perdido el bus de las 12:00 am, necesitaba llegar a tiempo a casa, pero parecía que nadie lo notaba.

Mientras caminaba, mojada, agradeciendo que el bolso era impermeable, pues podía proteger mis pertenencias importantes, meditaba en si yo me hubiese tenido para socorrer a una persona a esa hora de la noche y bajo la lluvia. Mientras sentía que el tiempo pasaba demasiado lento, sentía como una luz se detenía y comencé a pensar: ¿realmente alguien se detuvo para ayudarme? ¿Será que monto?

El auto se tienen justo a mi lado, y una persona muy amable me ofrece llevarme, senté tanta confianza decir que si que acepte. Fue increíble que alguien me ayudara en medio de la dificultad. Me dejo en mi casa y anote sus datos para agradecer.

Cuando llegue a casa, corrí a la habitación de mi hijo, enfermo, agonizando de un ataque asmático. ¡¡Llegue a tiempo!! pude darle su medicina y salve su vida, aunque la persona que salvo su vida fue aquel hombre que me dio el aventón confiando en un extraño.

Pasaron los días y le mande un obsequio de agradecimiento, un boleto de avión para dos personas a cualquier destino y una tarjeta prepagada con 5000 dolares. Era lo menos que podía hacer. Este joven, pasado un mes, me escribió una carta agradeciendo por ese premio que le mande, me expreso que dudo bastante en detenerse, pero algo decía a su mente su había realizado una buena acción del día. Entre un día largo, recordó que no y decidió detenerse.

Gracias a esa buena acción, salvo la vida de un niño y la de una madre desesperada, mojada bajo la lluvia en un camino largo a casa. No esperes las condiciones ideales para ayudar a las personas, tampoco esperes un premio a cambio. Da lo mejor de ti mismo y la vida de alguna u otra forma te recompensará.