Imagen: Personal.
El tobillo, también conocido como “la garganta del pie” es una articulación compleja que conecta la pierna con el pie. Pertenece a las trocleartrosis.
Se encuentra reforzada por un aparato capsuloligamentario conformado principalmente por el complejo medial y lateral así como la sindesmosis.
El ligamento deltoideo, con sus dos fascículos, proporciona estabilidad medial, y es el más resistente, mientras que el peroneo colateral ofrece estabilidad lateral.
La luxofractura de tobillo es uno de los accidentes más frecuentes en deportistas, combina la perdida del contacto temporal de dos más articulaciones con la lesión de partes blandas y estructuras óseas.
Existen 4 mecanismos de producción descritos según Lauge –Hansen:
• Supinación-aducción.
• Supinación-rotación externa (el mecanismo más frecuente)
• Pronación-abducción.
• Pronación-rotación externa.
Estos mecanismos se generan según la forma de colocar el pie o tobillo al momento del traumatismo, es decir, si el pie se encuentra invertido o en eversión conjugado con rotaciones externas o internas.
Otra clasificación utilizada es la Danis- Weber, (tipo A, B y C) donde se toma en cuenta el nivel de la lesión en relación a la sindesmosis (por debajo, al mismo nivel y por encima).
Toda luxación representa una emergencia, por lo tanto debe ser corregida inmediatamente ya que durante este fenómeno de disociación de las superficies articulares, los elementos neurovasculares quedan sujetos a tracción, compresión, etc. alterando su función, y esto pudiera permitir el desarrollo de complicaciones (neuropraxias, síndrome compartimental, osteonecrosis)
Una vez que ocurre la lesión debe ser reducida e inmovilizada considerando que la principal complicación de las fracturas que comprometen el astrágalo (hueso del pie que articula con la tibia)) es la osteonecrosis del mismo con el desarrollo de artrosis postraumática.
El tratamiento va a depender si existe compromiso de las sindesmosis, si la fractura se encuentra desplazada, si es expuesta, etc.
Habitualmente ameritan tratamiento quirúrgico con la reducción, mas fijación interna con material de osteosíntesis (placas, tornillos etc.) Sin embargo, cuando el perfil del paciente y la personalidad de la fractura lo permiten, pueden ser tratadas de manera conservadora, claro está, la reducción debe ser totalmente anatómica, recordando que de ella dependerá el pronóstico de marcha y función de este importante segmento.
Imagen: Personal.
La imagen que publico corresponde a un paciente masculino de 73 años, con antecedente de Diabetes Mellitus tipo II, Hipertensión Arterial, e insuficiencia vascular periférica, con una luxofractura de tobillo derecho de 12 horas de evolución, posterior a la reducción en sala de emergencia, lo inmovilicé con una férula suropédica (tipo bota) para controlar el edema y favorecer la perfusión sanguínea. Después de realizar el control radiológico post-reducción, consideré un tiempo de espera de 72 horas para valorar su evolución, y basándome en las comorbilidades y el riesgo quirúrgico, decidí tratarlo de manera conservadora a través de un yeso cerrado durante 8 semanas evidenciándose resultados satisfactorios. Actualmente el paciente conserva la marcha sin secuelas.
Referencias bibliográficas:
-Fracturas y luxaciones, Koval y Zuckerman, Ed. Marban.
-Fracturas en el adulto, Rockwood and Green´s.