Desde el año 2000 a. C. Italia sufrió sucesivas invasiones de pueblos indoeuropeos, quienes dominaron la población nativa y se mezclaron con ella. Traían técnicas superiores y de su lengua surgiría el latín clásico. A comienzos del siglo VIII a. C. llegaron a Italia los griegos y los etruscos, ambos con una civilización mas avanzada; también dominaron a los nativos. Los griegos se establecieron en Sicilia y en la región meridional de Italia, los etruscos en la vertiente meridional de los Apeninos centrales. Ya para el año 500 a. C. Italia occidental estaba bajo el dominio de los etruscos, desde el valle de Po hasta Nápoles. Entre los pueblos establecidos a lo largo del rio Tiber, al sur, apareció la leyenda de la creación de Roma por Rómulo y Remo, en el 753 a. C.
Roma surgió en una zona agrícola, en el Lacio, al sur del Tiber. Los etruscos impusieron la unidad política, y los distintos poblados quedaron sometidos a la autoridad de un rey, asesorado por un consejo de ancianos. Es la época de la monarquía. También existía la asamblea de hombres libres o curia. Los ciudadanos estaban reunidos en treinta unidades llamadas curias, cada una formada a su vez por clanes. Posteriormente, se produjeron hechos que llevaron a una reorganización, dando origen a las centurias, constituidas por los ciudadanos elegibles para el servicio militar. Estos fueron el resultado de reformas constitucionales, donde la división en tribus pierde su carácter gentilicio y el sector ciudadano se distribuye en base al domicilio.
Ahora surgen los patricios y los plebeyos. Los patricios constituyen la clase privilegiada. Algunos campesinos se encontraban atados como “clientes” a los patricios; la clientela les obedecía a cambio de seguridad y protección. La clase de los plebeyos, o plebe, estaba integradas por individuos que no pertenecían a la gens; descendían de extranjeros o habían sido vencidos en las guerras, no se les consideraba como romanos. El grupo social integrado por los esclavos solamente cobrará significación mas tarde en el transcurso de las guerras de conquistas.
Para el año 509 a.C. la monarquía ya había sido arrastrada por la atracción hacia la riqueza y el consumo. Su corrupto y despótico gobierno fue derrocado por una revolución, los patricios destronaron al rey etrusco. De esta manera, se da inicio a la República.
LA REPÚBLICA
Con el establecimiento de la República se crea el consulado , integrado por dos cónsules, con duración de un año en el cargo ; el senado, donde se consideraba el verdadero poder del gobierno; y la dictadura, para sustituir a los cónsules en situaciones graves. Su poder era ilimitado, y la duración en el cargo era de seis meses.
Después de esta revolución Roma debió enfrentar el problema de distintos pueblos que amenazaban su independencia, entre los cuales se encontraban los mismos etruscos. En su lucha contra todos ellos empleó a veces la diplomacia y otras las armas. Internamente surgió enfrentamientos entre patricios y plebeyos, pues estos últimos pronto se rebelaron contra los derechos y los privilegios que poseían los primeros. Alrededor del año 494 a.C. las “fuerzas de rechazo” activas, llevando a cabo arduas luchas sociales, comienzan a lograr reivindicaciones, tratando de enfrentar el ilimitado poder de los patricios. Como ocurrió en Grecia, en Roma los cambios provocados por el desarrollo del comercio habían hecho surgir un cierto número de individuos ricos, pero sin privilegios políticos. Junto a estos plebeyos estaba una clase media campesina y pequeños propietarios, quienes se encontraban agobiados por las deudas. Ante esta situación, los plebeyos se sublevaron en el año 493 a.C. y se retiraron al Monte Sacro. El senado se vio obligado a concederles parcelas, pues la nobleza disponía de casi todas las existentes en la ciudad. Lograron también la abolición de las deudas y la creación del tribunado, que permitía a las tribus, en los comicios, elegir a los tribunos de la plebe.
En el año 450 a. C. se creó la ley de las Doce Tablas, para proteger a los ciudadanos de los abusos de los jueces patricios, pues manejaban las normas y reglas con criterios acomodados a su propio beneficio. Su objetivo era el de lograr la igualdad de derechos. Con esta ley los patricios y los plebeyos se regirán por un derecho uniforme, la tierra se declara inalienable, se logra la legitimidad del matrimonio entre plebeyos y la igualdad de penas en las sanciones de los delitos cometidos por patricios y plebeyos. En el 445 a.C. el tribuno Canuleyo propone que el consulado se reparta entre patricios y plebeyos. El 404 después de haberse sustituido el consulado por el tribunado militar, que no reunía los poderes del antiguo consulado, el primer plebeyo asume esta magistratura.
Por otra parte, en el orden extremo, Roma se vio afectada, hacia el año 390 a.C. por la invasión de los galos, que ocuparían definitivamente del Valle del Po. Estos ocasionaron grandes daños humanos y materiales, al pasar a sangre y fuego a la población. Sin embargo, Roma se sobrepuso. Luego de reforzar sus murallas y de reorganizar el ejército, comenzó a ejercer presión sobre sus vecinos en el Lacio, con quienes había formado una liga. Estos terminaron por quedar bajo su control. Después los romanos emprendieron una serie de conquistas, subyugando a los samnitas entre 326 y el 290 a.C. ya para el 265, aproximadamente, habían conquistados toda la Italia al sur del Valle del Po.
Pero su política con estos pueblos fue muy distinta a la seguida por el imperio Ateniense. Cuando lo consideró necesario, Roma le otorgó el derecho de ciudadanía a sus habitantes. Tampoco se adueñada de las tierras conquistadas confiscándolas, como era práctica común entre los conquistadores, sino que dejó a sus dueños la posesión de las mismas. De esta manera dominó el Lacio, y los latinos se convirtieron en ciudadanos romanos, con los mismos derechos que los plebeyos iban conquistando en Roma. De este modo, los extranjeros, e incluso los esclavos libertos, podían formar parte del cuerpo de ciudadanos romanos. Mientras tanto Roma se había convertido en una ciudad-Estado.
Las guerras púnicas permitieron que Roma ensanchara aún más sus territorios. Estas se llevaron a cabo entre Roma y Cartago, la cual se había convertido en un verdadero imperio marítimo. Roma se disputó su hegemonía y se desataron las guerras, por el control de las principales rutas comerciales entre Italia y África. La primera de ellas, se realizó en el año 264 y el 241 a. C. se libró por la posesión Sicilia. Culminó con la victoria de Roma y su anexión de la isla y todas las ciudades que le dieron su apoyo a Cartago. Al final de la segunda guerra (218-201 a. C.), Roma, que ya se había anexado a Córcega y Cerdeña (237), y conquistando el Valle del Po, quedó también dueña de España, con sus ricas minas. Así transformada en un imperio, Roma se convirtió ahora en señora del Mediterráneo, y en la mayor potencia naval y militar de la época.
Tomado del texto Historia Universal de Belén Meneses 1997