Actualmente, estoy intentando ahorrar dinero por dos motivos. El primero es porque quiero hacer un viaje importante a un país donde me gustaría quedarme a vivir, y el otro es poder viajar a otros países y conocerlos. Planeando para el primer objetivo, tenía que trabajar este año y dos más para lograr al menos una cantidad decente. Así que le pedí trabajo a mi padre porque, siendo honesto, donde vivo no hay tantas ofertas en las que se busque personal.
Al final, quedamos en que en febrero del 2024 comenzaría a laborar en su taller de helados haciendo un poco de todo: fabricando, preparando, limpieza, etc. Ese día llegó y al entrar me sentí de alguna manera bienvenido. Así fueron los primeros días donde las cosas aparentaban ir bien, pero esa tranquilidad comenzó a desvanecerse con el tiempo.
Al principio, aprendí cosas básicas; sin embargo, como en cualquier empleo, uno se va haciendo responsable de más cosas. Una de las cuestiones que nunca tomé en cuenta fue que en mi vida nunca había sido tan bueno en el tema de las matemáticas. Sacaba mis notas, pero muchas veces estuve cerca de quedar supletorio en el colegio, y este trabajo era, de alguna manera, contabilidad. Así que, como podrás imaginar, hacer el inventario para enviar el producto y hacer helados implicaba el uso de números.
Un punto importante en esta historia para contar los problemas que hubo es el hecho de que mi padre no era el encargado del taller. Sí, era dueño y jefe, pero quien mandaba las órdenes era un señor (a quien no nombraré por respetar su privacidad) y su hijo. Sin embargo, lamentablemente, ese mundo donde las cosas iban por buen camino se convirtió en una pesadilla para mí, ya que surgieron inconvenientes con el señor, cuya personalidad al trabajar era bastante exigente. Le gustaba que las cosas salieran bien y si te equivocabas en algo te llamaba la atención de una manera que te hacía sentir mal. A pesar de que fue aprendiz alguna vez, según un comentario que hizo mi padre, al ser nuevo se le notaba el peso que no le gustaba perder el tiempo en cosas que para él eran obvias o sencillas de hacer, sin comprender que me faltaba mucho por aprender, como fórmulas, los tipos de vasos, el uso de las herramientas, etc. Pero estaba el hijo, quien era empático y transmitía buenas vibras cuando quería saber sobre algo. Aunque a veces también me llamaba la atención, lo hacía de una manera menos fuerte y, en ocasiones, bromas. Sin embargo, las decisiones eran manejadas con el señor, ya que era a él a quien le mandaban los encargos a su celular.
Uno de los primeros problemas fue que al principio no sabía qué hacer en el negocio, y a veces había ratos en los que no ejercía una actividad. En la segunda semana, creo que un martes, el señor se había ido a hacer algo, en realidad no recuerdo bien, pero sí recuerdo que decidí darme una caminata para observar las cosas del taller, como las máquinas, los carteles de bioseguridad, dónde estaban los productos, y, cansado, me senté a esperar la próxima tarea a realizar. Sin saberlo, la secretaria estaba supervisando las cámaras y notó mi ausencia en el trabajo, así que este reclamo fue reportado a mi padre, quien, en un par de ocasiones, lo mencionó con seriedad en el tema y hasta llegó a decir que para que me asumiera de la vida que no es fácil, me darían demasiado encargo para que yo, al empacar, sufriera y viera que las cosas no son sencillas. Si me preguntan, sí hubo una vez que hubo mucho producto, pero pienso que era normal del trabajo, más no algo que pidieran para que yo sufriera, porque si me preguntan, sería algo innecesario pedir producto si hay producto.
El segundo inconveniente sucedió cuando recibí más responsabilidad en el aspecto de colocar los productos para llevar al negocio, es decir, hacer el inventario. Y aunque parezca mentira, también se usan los números a la hora de colocar cuántos vasos se llevarán (y de qué tipos), cuántas cucharas, cuántos sorbetes, entre otros. Obviamente, al ser nuevo, no sabía mucho, y para mala suerte mía, quien me comenzó a guiar fue el señor. Al principio me explicó, pero yo no soy alguien que memoriza las cosas fácilmente, así que en realidad aprendo cuando las repito muchas veces. Siempre fue un problema hacer el inventario porque tenía que estar todo correcto. No podía haber ningún margen de error, ya que incluso el mínimo era reportado y era un llamado de atención para el señor, quien podría ver afectado su sueldo. Debía ser cuidadoso en esa parte, y por otro lado, también recibía llamados de atención cuando algo que se me había enseñado no lo sabía, y si era algo nuevo que colocar, siempre era un llamado de atención. Además, a la hora de colocar las cosas, debían estar en un cartón y puestas en un orden por cuestiones técnicas para que nada se dañara, algo que era entendible, sin embargo, no sabía cómo era. Así que, al principio, para el señor lo hacía mal, y siempre los llamados de atención eran ''Ya te enseñé cómo hacerlo''. Ocurrieron dos problemas con el inventario. El primero fue que no se había revisado los conos enviados que estaban rotos, los cuales me incluyeron a mí cuando ni siquiera había hecho esa actividad el día anterior. Y al final se concluyó que era culpa del hijo o del señor.
Un tercer inconveniente se presentó, y fue un poco más grave que el anterior. Fue cuando al hacer un inventario, "extrañamente" no había colocado un producto (que no recuerdo haber anotado que estaba empacado). Y la excusa al llamar al señor fue que yo me había olvidado de enviarlos en un viaje a uno de los locales que quedaba muy lejos de donde estaba el taller, un viaje de 1 hora. Al día siguiente, el señor me lo recordó, aunque al mirar la libreta estaba tachado, algo raro si me lo preguntan, porque no suelo tachar. Pero independientemente de quién fue el culpable, una verdad que dije al comentar la situación es que al hacer el inventario, se debería verificar si se llevaba todo antes de empacar. No obstante, tampoco lo culpo, porque al ser el que dirige, tiene muchas cosas que realizar que a veces no le deja tiempo, aunque eso no quita el hecho de que pudo haber revisado al final de su turno, ya que yo seguía siendo un aprendiz, sin importar si llevaba 2 o 1 mes trabajando. Solamente el día en que supiera todo en un 95% se podría decir que sabría manejar el taller, pero siempre estuve en un 56%.
Un cuarto inconveniente se podría decir que al principio mi padre me había prometido pagarme cada sábado (descontando días en caso de no haber ido a trabajar), el dinero sería 50 dólares. A pesar de que, al principio, fue así, con el tiempo mi padre se fue olvidando. Al final, perdí los días en que fui a trabajar, y cuando decidí no ir más, se acordó que me iba a pagar 120 dólares. Si me preguntas, tendría que haber recibido como mínimo 200, pero ni siquiera eso recibí, y simplemente recibiré esa paga, que quizás me sirva, pero no fue el dinero que planeé recibir. Lo admito, me sentí decepcionado y estafado por mi padre.
Y para finalizar, el quinto y menos importante fue que comencé a hostigarme y levantarme cada mañana. Siempre he sido alguien que duerme tarde, pero con los problemas anteriores y sentirme cada día menos importante en el negocio, llegué a sentirme inútil. Una noche, en mis pensamientos, ya no pude más y decidí que no quería seguir trabajando en un lugar que, en vez de motivarme, me deprimía más.
Así que un día, simplemente le dije a mi padre que no quería trabajar. Él simplemente comprendió la situación, algo triste porque, en el fondo, le alegraba que hiciera una actividad fuera de la casa y haciendo algo productivo. Pero al declararlo, dejé de ir.
Sentí un alivio al poder salir de esa pesadilla y dolor de cabeza que me había provocado. De alguna manera, llegué al colapso mental y físico que me provocaba trabajar. Pero estaba hecho, y aunque me sentía mal por no poder seguir ganando dinero, no valía la pena quedarme ahí trabajando por un sufrimiento. Y aunque mis sueños se alejaron por esta acción, seguiré por mi cuenta buscando ganar dinero, aunque en internet esto sea difícil.