Al partir te fuiste de a poco, muy de a poco. Sentí tu mano recorriendo mi garganta, mi seno, mi cintura; aun la advertí cuando tocó mis muslos.
Hasta ayer pude verte en el espejo y respirar tu aliento en el tazón de café.
Me ahogué en el humo de tu cigarro, saqué tus vellos del jabón…
No sé por qué tuviste que irte, tampoco, por qué te conocí. Solo sé que fuiste mucho, todo.
Procuraste ser mi refugio y mi guardián…, esperaste pacientemente por mi amor.
Pero, hoy te has marchado y no te necesito. Ya no te extraño. Soy la misma de antes con un vago recuerdo de lo que tuve contigo.
Es increíble lo que se quiere a un hombre...
Pero más increíble es lo fácil que se logra olvidar.