¿Son pillos o ejemplares, los rectores universitarios en el mundo? (Venezuela, un caso)

in venezuela •  5 years ago 

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Profeso profunda desconfianza acerca de la brillantez académica de los rectores universitarios (y demás "autoridades") tanto en la dimensión pública como en la privada. Ingenuamente solemos estimar que esos profesores de tan altas casas de estudio, llegan a esos cargos de dirección, habida cuenta méritos académicos (científicos, tecnológicos y humanísticos), pero por lo regular estos personajes logran el asunto dejando a un lado todo aquello que tenga que ver con la investigación y producción de obras del ingenio, abrazando "a como dé lugar" lo que en economía política se denomina la ley de obtención del máximo beneficio. Sí; la ley de obtención del máximo beneficio, tanto en el poder dinerario como en el poder político (de partidos políticos, de gobiernos, de grupos de factura non sancta, en fin...), tan asociado al primero.

Conocidos fueron los casos de rectores españoles a los cuales se les señaló como protagonistas de vergonzosos casos de plagio en sus momentos de estudiantes; asimismo el caso de un rector venezolano al cual, en momentos posteriores al ejercicio del cargo, los órganos de justicia lo acusaron de prácticas indebidas en el ejercicio profesional de la psiquiatría y la psicología, incluyendo el homicidio.

Quien esto escribe es docente universitario desde 1972 hasta el presente. Aun antes fui profesor de secundaria, un par de años. La mayor parte de mi actividad académica la desarrollé en Venezuela, mi país; también en numerosas universidades y centros culturales de América Latina y Asia. Arrollado por unos compañeros de trabajo, fui en dos ocasiones candidato a vicerrector en una universidad venezolana. Ello constituyó una pequeña ventana a través de la cual pude no solo "invocar al diablo", sino casi "verlo llegar". Como suelen decir con guasa los cubanos... "Jugué con la cadena, y casi que me agarra el mono". Electoralmente perdí (con poco margen) en ambas situaciones, pero pude darme cuenta de cerca, cómo al calor de la puja electoral prepondera todo menos lo relativo a los valores compenetrados con el conocimiento, con la academia. Lo que importa es ganar por encima de todo. Los acuerdos entre grupos, las promesas, los "compromisos" y aquellos aspectos que tipifican la casi siempre asquerosa práctica de los políticos tradicionales de las naciones, son lo cotidiano en esas lides. De asuntos unidos a lo científico, lo tecnológico y lo humanístico, usualmente "no hay tiempo ni condiciones" para platicar, discutir y vislumbrar...

En el ámbito de las universidades privadas suele ocurrir el mismo fenómeno genealógico y empresarial que ocurre con las grandes corporaciones de los medios de comunicación de masas. El factor "herencia" resulta clave con marcada asiduidad. Los rectorados, así, no son la expresión de ejemplaridad en materia docente o de creación cognitiva, no. Son más bien la expresión de algo así como dinastías... Los rectorados se heredan a tenor de hijos, sobrinos, en fin. Si por alguna circunstancia, no existe en la familia alguien susceptible a recibir el legado, pues se contratan gerentes alineados a los intereses no de la academia, sino de la empresa o de lo que encarna el apellido.

Siento que el duro y alumbrante aprendizaje que obtuve en ese par de intentos por ser vicerrector a finales del pasado siglo, no fue más importante para mí, que la experiencia que me arrojó la ejercida Cátedra de Filosofía de la Educación a lo largo de varias décadas. No fue más importante, decía, para estabilizar el criterio que aquí hago gráfico.

ALUSIÓN AL ACTUAL (Y CURIOSO) CASO UNIVERSITARIO VENEZOLANO...
Como saben bien los lectores de esta gran red social, en Venezuela se está llevando a cabo desde los últimos 20 años hasta el presente, un ensayo político-social que sus conductores han dado en denominar "socialismo del siglo XXI", "revolución bolivariana" o sencillamente "chavismo". Como también se sabe, tal experimento ha llevado al país a pobreza extrema; huida de más de 4 millones de ciudadanos a naciones vecinas (y no tan vecinas); caída estrepitosa de la producción petrolera; deterioro marcado del sentido de las instituciones estatales; corrupción y violencia generalizadas; en fin.

En los últimos días, el Tribunal más alto de la Nación (cuyos origen corporativo y funcionamiento son severa y sostenidamente cuestionados por diversos sectores de Venezuela y el exterior) tomó la decisión de que para elegir las autoridades universitarias, de ahora en adelante, no solo poseen poder de voto los profesores y los estudiantes (lo cual ha de ser lo lógico y lo históricamente establecido), sino también los empleados técnicos, los obreros y otros sectores. Ello, en idénticas condiciones.

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Sin duda que se trata del vicio de igualitarismo, tan puesto en práctica en variadísimos aspectos sociales, por el fracasado socialismo (centralizado en el Estado) del siglo XX... URSS, Europa del Este, China (antes de Deng Xiaoping)... Igualitarismo mezclado con populismo.

Hace horas dije públicamente (Facebook y otras redes):

Nadie discute la dignidad e importancia laboral –en el caso de las universidades- de los empleados técnicos y los obreros; ¡nadie! Tampoco, en el caso de los hospitales, de los camilleros, choferes de ambulancia, obreros aseadores, en fin. Ah, pero aplanar el poder de decisión, como si absolutamente todos tuvieran el mismo nivel de desarrollo de fuerzas productivas, constituye un disparate tan enorme como el desastre social que vivimos los venezolanos.

También dije...

Si bien es cierto que los regímenes electorales de las universidades poseen desde hace décadas un sesgo destemplado a favor del sector profesoral (permitiendo la indeseable gestación de castas políticas y hasta familiares que gobiernan ad infinitum), también es cierto que aplanar el poder de voto encarna un “golpe bajo” al principio genésico de la institución universitaria el cual lleva consigo que en el seno de ésta, se reúnen unos expertos en el conocimiento, con estudiantes, de suerte que se dé entre éstos, una relación dialéctica de enseñanza-aprendizaje, de cara al futuro.

De la referida decisión judicial que la llamada "revolución bolivariana" dio a conocer hace poco y de los comentarios públicos que hice a título de oposición, surgieron algunas corrientes de opinión. Una de éstas comulgaba con este orden de ideas. Otra, la alineada al régimen de Nicolás Maduro (el ciudadano favorecido por el dedo cuasi dinástico de Hugo Chávez), daba toda la razón al Tribunal Supremo de Justicia .

Ah, pero vale la pena resaltar que el argumento asumido con más vehemencia por los defensores de la medida, estriba en que con la votación aplanada en las universidades se les propiciará a las actuales autoridades un golpe tan contundente que acabará con los grupúsculos políticos, familiares y hasta económicos que ellos encarnan vivamente desde hace mucho tiempo.

Bueno. Yo pienso que con tan loca y anti-universitaria medida, el gobierno chavista y "su" Tribunal, lo que pretenden es ampliar el universo de sectores conforme al cual se mueve con toda su maña, el fenómeno de la mediocridad y culto al grupo, por parte de rectores y demás "autoridades" universitarias. Haciendo plana la votación universitaria no solo se desconoce el valor del desarrollo de las fuerzas productivas en esas casas de estudio, sino que se explaya el relieve mediante el cual el vicio en cuestión cobra vida..

Solo con unas políticas de Estado las cuales premien en verdad y con orden conceptual claro, los méritos académicos para optar por cargos universitarios a nivel de rectorados y vicerrectorados, cerrando el paso a otros elementos, se podrá hacer algo notable al respecto.

Si triunfa la alocada medida que aplana el desarrollo de las fuerzas productivas en la universidad venezolana, pues habrá que cantar a ritmo de joropo, el clásico tango "Cambalache" (del Maestro Santos Discépolo, año 1935)...

Que el mundo fue y será
una porquería, ya lo sé.
En el quinientos seis
y en el dos mil, también.
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
barones y dublés.
Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo
todos manoseados.
Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor,
ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador...
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
Lo mismo un burro
que un gran profesor.
No hay aplazaos ni escalafón,
los ignorantes nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, Rey de Bastos,
caradura o polizón

(He aquí un enlace para disfrutar la mejor interpretación de este desgarrador tango; la del gran Agustín Irusta):

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Saludos Profesor Moreno. En todos sus post he estado muy acuerdo con sus posturas y publicaciones. Pero esta vez debo decirle que no estoy de acuerdo con esta. Pienso que en las Universidades todos tienen el derecho de votar para escoger a sus Rectores.

De no ser asi, estariamos tentados a llegar al extremo de pedir un test de coeficiente intelectual para poder votar en las Eleciones Presidenciales.
Y posiblemente no salgamos muy bien parados en esto....

SALUDOS

Respetable su posición, amigo @soy-venezuelien . Útil para la necesaria discusión. Abrazos.