AQUEL DÍA LLUVIOSO 50 AÑOS DESPUÉS ( RECORDANDO AQUEL BESO BAJO LA LLUVIA)

Aquella tarde de nuestra primera cita, cuando casi se ocultaba el sol, bajo una tenue llovizna, saliste en mi busca, preocupado, pensando que estaría sola en el parque, mojándome. Llegaste y me buscaste por todas partes, pero, yo ya no estaba allí. Cuando comenzó repentinamente a llover busqué a guarecerme en un café cercano al parque, desde donde miraba constantemente a través de la ventana, en espera de que terminara de llover.

Al ver que amainaba la lluvia, salí apresuradamente, porque sabia que te preocuparías al no encontrarme. Cuando iba llegando al lugar de la cita, en la distancia te vi, alejándote y corrí tras tus pasos, llamándote, y entonces te regresaste feliz, a mi encuentro.

Jamás olvidaré ese momento cuando te abrace y todo mojados por la lluvia nuestros labios se unieron en un apasionado beso. Allí me dijiste y repetiste muchas veces, cuanto me amabas, que por nada del mundo te irías de mi.

Después de eso, los momentos que viví a tu lado fueron los más intensos y maravillosos de mí vida, pues eres un ser tan especial, dulce y comprensivo, al que le gustaba oír y lo mejor de todo sabias entenderme en mis días pesarosos; y lo mejor, sabias como transformar un día lluvioso, en uno radiante y soleado.

Pero ambos sabíamos que ese amor no tenia futuro, por tu espíritu libre y aventurero. Todos los días mirabas mas allá del horizonte, como adivinando que estaba pasando a lo lejos. Por eso cuando dijiste que te irías, no hice nada por detenerte, a pesar de que estaba muriendo por dentro. Te acompañe hasta la estación, y te despediste de mi dándome un beso por la ventanilla del tren.

Mis ojos se nublaron cuando vi como el tren, se alejaba perdiéndose en lontananza de la brumosa tarde, llevándose la mitad de mi vida contigo.

Esa imagen se quedo grabada en mi mente como una fotografía. Esa tarde al volver a casa , me encerré a llorar por ti mi amor. Fueron circunstancias ajenas a nuestra voluntad, así lo quiso el destino, que no volvieras jamás.

Muchas veces llegue a soñar que habías regresado, que estabas aquí... salia corriendo a la ventana, y te veía sonreído con tu abrigo de piel, y tu maleta en la mano, saludándome desde la entrada al jardín. Pero al despertar me encontraba con la cruda realidad de que solo había sido un sueño, mejor dicho, una pesadilla. Y así pasaron muchos años y yo añorando tu regreso.

Hoy en este otro atardecer lluvioso, no puedo evitar recordar aquel día, aunque han transcurrido casi 50 años de esa historia. Pero ya sintiendo como se me va la vida, escurriéndose así, como el agua de la lluvia, que choca contra el vidrio de la ventana de la sala . Y al evocar ese momento, cierro los ojos, y aunque sé que no me lo vas a creer, revivo cada detalle y puedo sentir ese tibio beso que nos dimos.

Este frió me cala hasta los huesos, removiendo los dolores de mi viejo cuerpo, y parece que intentara congelarme el corazón. Me coloco el abrigo y me tomo otra taza de café, hago una plegaria pidiéndole a Dios, que si aun estas con vida, donde te encuentres, te cuide y te bendiga mi amor. Pero que si has muerto, me conceda el deseo de encontramos y vernos en el otro mundo...