Son la cinco y dos de la mañana Ana se despierta por el sutil aroma del café molido en su infusión con el agua caliente de la cafetera, es demasiado temprano para la mayoría que prefiere tener unos minutos más de sueño pero no para ella que conoce la única explicación para tal acontecimiento cuando el sol sigue del otro lado del horizonte.
Mientas baja después de acomodarse la franela que le queda evidentemente holgada nota como desde la cocina se asoma el perfil de su madrugador acompañante, por la hora Alejandro se ve obligado a dejar la luz prendida; no por algún problema de la vista, más bien por una razón más extraña todavía, buscaba algo en el piso.
Buenos días mi amor - dice el mientras le besa la mejilla y le pone una taza de café en la pequeña mesa de la cocina.
¿Qué paso se te perdió algo? te levantaste mientras bajaba la escalera.
Alejandro tenía un perfil distintivo y difícil de ignorar, cualquiera habría notado como la sombra de un hombre de su altura y complexión tan masculina hiciera movimientos bruscos.
Ella no le daba importancia tampoco solo fue su primer pensamiento mientras entraba por su taza de café, la cual sabía que estaría en la mesa. Estaba acostumbrada a las atenciones de su amante, quien siempre la recibía en la mañana sabiendo que ella solo se despertaba para verlo por un par de horas; estaba completamente enamorada de ese hombre de piel canela, de una mirada entre miel y esmeralda, quien dedicaba toda su atención a las verduras que cortaba para preparar un desayuno, pero de alguna forma estaba en control de todo lo que estaba en su entorno.
Ella se congelaba al verlo en cualquier actividad, parecía que fuera un vidente al estar dos pasos sobre cada cosa que hacía, desde la temperatura de los huevos hasta de las tostadas que preparaba con mantequilla; lo cual para mayor asombro no era solo en la cocina era sencilla y llanamente su forma de hacer sus actividades, enfoque y encomienda.
Nada de qué preocuparte mi amor, temía que algún trozo de cebolla se perdiera en el suelo.
¿Desde qué hora estas despierto te vez más cansado de lo normal? - le responde ella desviando el tema de la obsesión de Alejandro con la limpieza.
Honestamente no lo sé. - Apunto- Ayer llegue a la hora habitual de mi guardia y como no quise despertarte con los materiales que me pediste preferí trabajar en mi estudio.
Ana ignoraba como podía vivir de esa forma, sus guardias psiquiátricas eran desde la tarde hasta la madrugada, un horario difícil rodeado de personas mentalmente inestables y a veces peligrosas; pero de alguna forma se dedicaba a sus informes, a su casa, a su pareja la cual no tenía ningún tipo de queja de la maravillosa vida que le daba su pareja y aun así tenía el tiempo de ser su ayudante en el ocio que ella había desarrollado desde pequeña.
Te traje las pinturas naturales que me pediste, encontré unos marcos a buen precio y preferí comprar para tener de sobra y te lo deje todo en tu estudio con unas cajas de cigarrillos. - Agrego Alejandro.
Alejandro, son las cinco y tengo café; después hablamos de eso. - dijo en un tono suave apuntando que deseaba volver a la cama- Come para que subamos un rato.
Ya esto está listo, prepare para ti también come de una vez, yo no creo acostarme todavía.- le respondió.
Alejandro tenía la tendencia de dormir hasta un poco más del medio día para almorzar e irse a su trabajo, el cual le generaba los ingresos que le permitían tan cómoda vida y no obligaban a su novia a trabajar; cosa que ella ignoraba completamente atendiendo a jóvenes con traumas de violencia por maltratos sexuales en una organización no gubernamental que no le pagaba mucho pero que disfrutaba y le permitía sentir independencia. Pero el en cambio tenía una actividad más cargada que volvería loco a cualquiera, no era extraño para el usar su contextuara para intimidar a un sujeto en pleno ataque de ira violenta o usar su calmada voz para ganar la confianza de una pobre alma que sufría de paranoia, llevando alrededor de 60 expedientes clínicos que se tornaba con el equipo que tenía la guardia de la mañana; pero que a diferencia de el con su modesto grupo de enfermeros en un turno que solo tomaban desesperados y estudiantes , estaba compuesto por tres profesionales que muy cómodamente llevaban las consultas de rutina en turnos y le dejaban al más reservado Alejandro las crisis nocturnas de los pacientes.
Con una sonrisa de oreja a oreja mientras disfruta de su desayuno Ana pensaba en el orden de sus actividades siguientes durante la mañana, seguramente tomaría una ducha y se cepillaría los dientes para acto seguido preparar los almuerzo que se llevaría al consultorio de la ONG y dejaría en el microondas para Alejandro que seguro lo tocaría pasada las 4 P.M. antes de salir.
Después de sus preguntas ocasionales sobre la noche de su amante y las respuestas extravagantes de como alguno de sus pacientes perdió la poca sanidad que tenia y necesito de ayuda para no ser un peligro para si mismo, o de como el ligero progreso contra todo pronóstico de algún paciente le inspirara media hora de arreglos a su informe mental; noto como los únicos momentos de irracionalidad en su comportamiento dejaba ver Alejandro.
¿Qué paso? te vas hacer daño en las manos - dijo asustada mientras el limpiaba los utensilios de la cocina.
Cundo entre los dientes del tenedor puedes apreciar cómo se quedan rastros de la comida y necesitan que les dediquen fuerza para retirar. - respondió el de forma casi mecánica.
Bueno voy a subir a la ducha. - Dijo ella con tono cortante pensando que el odiaba que se quejara de su forma de ser.
Mi amor, sabes que... - Dijo al voltearse con una sonrisa cálida- calienta el agua dame un minuto y compartimos antes que te vayas me quiero duchar contigo.
Ana cambio su rostro a una medio sonrisa completamente perversa conociendo la implicación de las palabras del apuesto hombre que la miraba, ella era de baja estatura y no se atrevería jamás a considerarse una belleza pero aun así se sentía como una modelo cuando él la miraba de esa forma y le hacia una proposición indecente con un tono casi amistoso más que lascivo. Subió casi a saltos de felicidad mientras el miraba como su franela de un grupo de su época de estudiante le quedaba a su compañera de considerable diferencia de tallas con él.
Antes de subir pudo al final de su jornada en la cocina observar el detalle que le estuvo molestando toda la media hora anterior, un cabello rubio y largo en una discreta esquina de la modesta cocina; lo levanto sabiendo que debía estar en algún lugar después de identificar que no lo retiro antes de llegar a su casa. Su rostro en total seriedad solo expresaba determinación mientas lo colocaba sobre el fogón de la cocina que conservaba después de hervir agua para limpiar el fregadero.
Al desprenderse de una cara de frustración por su descuido y decir en un susurro "maldita", tomo una manzana y subió al encuentro que Ana intensivamente planeaba.
NOTA: se agradece el like y me gustaría tener un capitulo muy pronto para quien quiera seguir la historia.