La situación económica, social y política del país parece dar a entender que es el peor momento histórico para invertir y trabajar en darle formas a nuestras ideas. En algunos casos todo esto puede mermar las ganas de emprender y llega a desmotivar a niveles donde cabe la posibilidad de abandonar nuestros proyectos y ambiciones.
Siempre he visto la crisis como un momento de oportunidad, donde la turbulencia crea espacios donde nuevas personas pueden surgir, donde a pesar de sufrir tanto se puede salir adelante con ideas innovadoras y que aporten valor a nuestra sociedad. ¿Quien se imaginaria hace 10 o 15 años aventurarse a usar una nueva marca de harina de maíz para hacer sus arepas? Sin embargo, hoy en día, los pequeños emprendimientos pueden darse a conocer y penetrar un mercado que quizás, en otro ambiente hubiese sido totalmente utópico.