Cuenta la leyenda que la Llorona es el alma en pena de una mujer muy joven que tuvo amores con un soldado. De esos amores quedó embarazada de un niño, al cual dio a luz.
El soldado la abandonó, y ella, como no tenía idea de cómo criar a un infante, desesperada por el llanto de el niño, lo mató con sus propias manos. Cuando la joven se percató de lo que había hecho, comenzó a llorar y a gritar fuertemente, lo que atrajo a los vecinos y familiares. Al ver lo sucedido, la maldijeron.
Ella salió corriendo hacia el llano y se convirtió en espanto. Siempre está llorando, y cuando entra a los poblados dicen que llama a su hijo. Se sabe que roba niños que están solos, ya sea en sus casas o en las orillas de ríos o quebradas. Por lo general se la oye llorar en tiempos de Semana Santa.
Según otras versiones, la Llorona fue una muchacha joven que vivía en un pequeño pueblo de los llanos venezolanos. Esta muchacha, cada vez que daba a luz a un hijo, lo mataba sin piedad.
Le confesó todo al sacerdote que vivía en su pueblo y agregó que no sentía ningún remordimiento por lo que había hecho. El cura notó que estaba embarazada de nuevo y le dijo a la muchacha que cuando tuviera a su hijo le diera de mamar antes de matarlo, y así lo hizo; tras darle leche materna lo mató, pero el solo hecho de amamantar despertó su instinto maternal, haciéndole sentir una gran culpabilidad. Desde entonces, vaga por los campos llorando de dolor, buscando a sus hijos y asustando a todo el que se le atraviesa en su camino.
Se la representa como una mujer joven, con una larga cabellera morena y la piel blanca. Lleva una bata blanca larga y encima otra bata de color negra con capucha, y suele portar un bebé en los brazos. Llora y grita diciendo “¡Mi hijo, mi hijo!”.
A veces, las madres castigan y asustan a sus hijos diciéndoles que, si las desobedecen, la Llorona vendrá a buscarlos y asustarlos por las noches.