Los vicios marcan un punto complicado que esquivar en nuestras vidas. Muchos de ellos nos autodestruyen, como es el caso del alcohol, el cigarrillo o incluso peor, las drogas. La mayoría de las personas si bien no todas, hemos tenido algún habito que no podemos dejar ya sean cosas como juego o la pornografía. Cuando no tenemos nuestra dosis de placer nuestro cuerpo empieza a exigírnosla, sentimos que no podemos con ese deseo que nos presiona para que lo hagamos.
Y es que en la vida siempre nos veremos envueltos en un conflicto entre nuestros deseos y principios morales. Duraremos entre lo que está bien o mal.
Sigmund Freud padre del Psicoanálisis explicaba estas conductas como: Las interacciones que habían entre el “ello”, el “yo” y el “súper yo”; siendo el “ello” nuestros deseos, el “súper yo” nuestros principios y el “yo” el mediador entre estos.
A lo largo de mis experiencias he podido observar que en el mundo hay personas que se dejan llevar más por sus deseos, y otras más por su moralidad. Es probable que la mayoría de las personas sean de deseos; pero con lo siguiente no se quiere decir que solo sea esto, la moralidad también está presente en estas personas y es lo que las hace darse cuenta de sus conductas, que en muchos casos pueden ser perjudiciales para ellas y para quienes los rodean.
El mismo caso se presenta en aquellos individuos cuya moralidad es superior a sus deseos, sin lugar a duda son seres admirables ya que por lo natural nuestros deseos suelen primar por encima de estos. Pero no nos confundamos estas personas también tienen la necesidad de dejarse llevar por los deseos de vez en cuando. Quizá hayan tendido una que otra obsesión en algún momento, tal vez el pasado se dejaban llevar más por lo que querían.
En fin teniendo en cuenta todo esto podría decirse que el complemento de deseos y principios, acompañados por la mediación del ser, es la que nos hace los seres que somos. Esto se debe a que por medio de este complemento/mediación es que tomamos nuestras decisiones. Como ya dijimos anteriormente, es más probable dejarnos llevar por mas por nuestros deseos, esto explicaría por qué nos cuesta tanto dejar nuestros vicios, es porque esa parte de nosotros el “ello” demanda que se le satisfaga y es con este hábito recurrente que se consigue.
Pero es aquí cuando entra el “súper yo” que nos hace darnos cuenta que debemos dejar aquella practica que nos mantiene atrapados. Con lo cual le corresponde al “yo” decidir entre estos dos.
Con lo siguiente podemos analizar que a la hora de dejar aquello que nos mantiene adictos, no estamos tomando una decisión sencilla. Se trata de una lucha entre dos partes de nosotros. Si, queremos dejarlo pero a la vez no.
Suena raro cuando nos lo decimos a nosotros mismos, pero más en lo cierto no podríamos estar. Entonces ¿Qué podemos hacer para dejar este mal hábito que no queremos en nuestras vidas?
Primero que nada debemos ver que ya llegamos al primer pasó para dejarlo: Querer hacerlo. Este será un camino difícil pero no imposible, recordemos que será una batalla contra nosotros mismos.
Algo que te puede ser de mucha ayuda es tener un diario en el que vallas anotando el progreso al dejar este vicio. Te recomiendo anotar el tiempo que demoraste sin recurrir a su consumo, entre más tiempo significa que está habiendo más progreso.
En caso de fallar, no te decepciones o creas que no podrás lograrlo. Es normal recaer en el proceso, lo importante es que lo sigas intentado. Van haber casos en los que dures 1 mes, como otros en los que dures 1 año y también en los que tan solo 3 días basten para hacerte recaer nuevamente en esta práctica, pero lo importante es que no desistas de seguir intentando. Ya lo decidiste. Punto final. Mi recomendación es que sigas en ese camino.
Ponte metas de tiempo, piensa cuanto planeas durar: tal vez 1 semana o 2. Intenta de cumplir con estas fechas, lo más importante de todo esto es que no desistas, ya que, puede que te espere una ardua tarea en el proceso de dejar esta rutina. Se sentirá raro ya no continuar con el habito, debido a que estabas tan obsesionado que ya lo hacías hasta por inercia, como si fuese una obligación o algo que tienes que hacer porque sí. Esto es porque somos seres de costumbres, lo que tendremos que aprender ahora es a que lo normal sea no realizar esta práctica y de esta forma acostumbramos a nuestro ser a que ya no realice mas esta acción.
Al final empezaras a notar que ya no necesitas más de eso en tu vida y comenzaras a sentirte mejor contigo mismo.
Vamos, manos a la obra.