Para adelantar un poco, mi primera, mayor impresión, fue el Sol de aquí. Más abajo les cuento más.
Debo decirlo, antes de inmigrar a Canadá me informé muchísimo acerca de su cultura, del clima e incluso de la forma de tratar a las personas para evitarme problemas, pues mi intención desde un principio fue integrarme lo mejor posible en mi nuevo país.
Pero, obviamente, por mucho que uno se prepare a través de internet, una experiencia virtual (y filtrada), no es lo mismo que la realidad.
Es entonces cuando muchas de las cosas que desde mi casa en Colombia yo había asumido, se tornaron diferentes:
Ser un país "del primer mundo" no quiere decir que toda su gente tiene altos niveles de desarrollo: no, aquí también hay pobreza y también muchísimas personas que no saben en qué lugar del mundo quedan Argentina, Costa de Marfil o Ucrania.
La gente no era tan fría como me la imaginaba: ha sido muy gratificante ver que la gente por lo general es amable, cortés y muy solidaria. Son muy diferentes a la cultura latinoamericana, pero con el tiempo uno los va conociendo y va haciendo amigos locales.
La cultura latina aquí está en pleno furor: no esperaba encontrarme con miles de fanáticos que saben bailar muy bien la salsa, y con noches latinas en casi todos lados. Sin contar el reggaetón, que nunca deja de tener temas en el top de vídeos musicales en Youtube Canadá.
Ok, el Sol: fue lo que más me impactó. En varias épocas del año este astro se encuentra a la altura de la vista (del horizonte), por lo que uno se puede deslumbrar muy fácilmente. Tener una luz que me "estorbara" de esa manera cuando estaba en la calle o en un parque no era algo de lo que tenía de qué preocuparme cuando estaba en mi país de origen. Colombia, al estar en la zona ecuatorial, el Sol casi siempre está sobre tu cabeza, no al nivel de los ojos.