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Monumento a la Virgen de la Paz.
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El turismo de naturaleza permite al visitante disfrutar de la variedad de paisajes y de los parques nacionales existentes.
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En los Andes se puede visitar el teleférico de Mérida.
Al pisar tierra en su tercer viaje Cristóbal Colón pronunció las palabras «Tierra de Gracia». Abrumado por tan exuberante paisaje no tuvo más alternativa que dejarse vencer por la imperiosa necesidad de contemplar aquel mundo que se abría ante sus ojos. Colón y sus marinos habían llegado a Venezuela.Ubicada al norte de Suramérica, Venezuela es la puerta de entrada del continente. Es el país donde nace el Caribe. A medida que nos internamos en el territorio venezolano descubrimos que lo que conocemos de este país es solo una humilde muestra de la complejidad y la variedad de sus ecosistemas. Bendecida por la providencia, Venezuela alberga en sus 916.445 km² una pequeña escala del mundo. Cuenta con aceleradas urbes que crecen imparables al ritmo del día a día, una línea de costas que alcanza en el mar Caribe los 2.813 km de longitud, cumbres de nieves perpetuas que rozan tímidas el cielo, extensas llanuras escenarios de trabajo y victorias, selvas impenetrables con tesoros del pasado, desiertos, valles y manglares. Esta es la puerta de entrada que hemos escogido para dar comienzo a nuestro viaje.Todo un norte de playas Aguas cristalinas y un sol que saluda la tierra cada mañana son los componentes principales de las playas venezolanas. Desde Castilletes al promontorio de Paria podemos encontrar variadas de ofertas y paisajes marinos. La línea costera es irregular y está constituida por numerosos golfos, bahías y más de 314 islas, cayos e islotes de soberanía venezolana que se extienden por el norte hasta la isla de Aves.Las ciudades ubicadas al norte de Venezuela están llenas de escenarios que complacen el público más exigente. Cada lugar tiene atributos especiales, como es el caso del Parque Nacional Morrocoy, ubicado en el estado Falcón y conformado por un conjunto de lagunas, manglares, playas coralinas e islotes ideales para practicar todo tipo de deportes acuáticos o disfrutar de playas vírgenes al arrullo constante de las mareas.Las playas de Aragua se esconden tras la cordillera de la costa y se abren paso entre montañas y vías enclavadas en ellas. Cata, Cuyagua y Choroní son ejemplos de hermosas costas custodiadas por imponentes montañas verdes, acariciadas por caudalosos ríos que sirven de verde refugio en un día de sol y mar. Las playas de los estados de Vargas y Miranda han sido desde siempre una vía de escape a la agotadora rutina de la capital. Las playas de Barlovento deben su fama no solo a la belleza de sus paisajes, sino a la alegría de su gente, al ritmo de tambores que inundan las noches y al color de sus pueblos que año tras año impregnan el aire con olores de café y cacao.En la zona más oriental son famosas las playas de Puerto la Cruz y el Parque Nacional Mochima, cuya zona marítima es considerada uno de los ecosistemas más ricos de Venezuela, además de poseer la belleza incomparable de los lugares protegidos por la soledad. Más al este, la Península de Paria y el Parque Nacional del mismo nombre, con una amplia extensión de montañas y playas ofrecen un impresionante contraste. Además de las playas continentales existen importantes islas y archipiélagos. La isla de Margarita, considerada la perla del Caribe, es sin duda alguna uno de los destinos más famosos del país. Con una superficie de 1.072 km2, es la más grande del grupo de islas que constituyen el estado de Nueva Esparta y destino turístico obligado al visitar Venezuela.Isla con identidad propia y un sabor especial es alegría y tranquilidad en una sola. Es espacio obligado para jóvenes que quieren disfrutar de la magia de sus noches, famoso lugar de compras, casino, visitas históricas, fiestas religiosas y, por supuesto, toda una extensión inagotable de playas y parajes encantadores.Al igual que Margarita, el Parque Nacional Archipiélago de Los Roques es otro de esos destinos ineludibles. Es el más famoso de las Dependencias Federales y está formado por más de 50 cayos e islotes. Lugar paradisíaco de fondos vivos, llenos de color, es uno de los principales lugares de buceo en el mundo.La belleza de estos parajes se expresa en la alegría de sus niños y la amabilidad de su gente. Son pueblos llenos de luz, música, color. El punto de partida de una historia que apenas comienza.Más allá del mar Adentrándonos en esta tierra mágica nos damos cuenta rápidamente de su variedad. El corazón del país son sus llanos, un amplio territorio de hombres nobles y recios que trabajan bajo el sol abrasador para dar vida a nuestra tierra.El llano venezolano es sinónimo de raíces y leyendas que se amparan bajo el silencio de la noche. Estas tierras fueron escenarios de luchas en busca de la libertad. Apure, Barinas, Guarico, ejemplifican un territorio tan variado como extenso. Una época de lluvias y sequías marca la vida del llanero que transcurre a lomos de su caballo en busca de buenos pastos.Las fiestas llaneras son de las más famosas en el país. En ellas saltan a escena Arpa Cuatro y Maracas (instrumentos típicos del país), y en un estallido de raza y alegría canta el joropo (música nacional). Cuando los ánimos se han encendido, bajo la noche estrellada y con el olor de la carne en vara, los más animados empiezan a contrapuntear, modalidad del joropo en la que dos cantantes se responden por turnos sobre un tema en particular, relacionado con las costumbres de la zona. Cita también ineludible son los Toros Coleaos, uno de los eventos más populares, que consiste en derribar un toro a lomos de caballo tirándole por el rabo.Los llanos son tierras de aventura y contemplación. Es dejar que se pierda la mirada en un horizonte verde, entre palmas y morichales. Es probar la tierra viva, pintarse con el amarillo del Araguaney (árbol nacional) y bailar al son del turpial (ave nacional).Es el encuentro con el sentir más profundo del venezolano. Es la tradición sazonada con olor a campo y rocío, a fruta dulce y a piel tostada por sol y tierra.Subiendo al cielo Trujillo, Mérida y Táchira, al oeste, forman los estados andinos venezolanos. Son ciudades que transcurren tranquilas, pueblos bañados de encanto, tan pintorescos que parecen sacados de historias de hadas. Trujillo es una ciudad que se enorgullece de su pasado, su historia y su tierra. Son comunes los recorridos por sus múltiples sembradíos, sus casa coloniales y el monumento a la Virgen de la Paz (con 46 metros de altura). San Cristóbal, en el estado Táchira, es ciudad trepidante y sinónimo de comercio. Sus pueblos andinos invitan al descanso y a la degustación de un buen chocolate caliente, mientras caminamos por sus paseos de artesanos o por sus paramos sembrados de flores.Mérida, la de los caballeros, es una ciudad con encanto. Posee el teleférico más alto y largo del mundo, las montañas más altas del país (pico Bolívar 5.007 metros, Pico Humboldt 4.942 y el Bonpland 4.882) y múltiples atractivos turísticos que obligan a pasear sus caminos. Ciudad universitaria, compagina perfectamente descanso y diversión. Es espacio cultural, lleno de arte y poesía. Sus páramos son magia en estado puro y sus niños de mejillas rosadas, conocidos como los simpáticos muchachitos del páramo, arrancan una sonrisa a todo el que escuche sus historias.Los pueblos andinos cuentan con una gastronomía rica en cereales y productos de la tierra. Sus frutas, típicas de climas fríos, son las mejores acompañantes para una caminata por sus calles que van subiendo al cielo. Ciudades de antaño, nos invitan a dar un paseo por la historia, a vivir un pasado de valses y caballeros.En busca de los secretos de la tierra Al sur de Venezuela se encuentra una de las zonas más atractivas del país. Como puerta de entrada, el Río Orinoco (2.140 km de longitud) es arteria vital que corre, estruendosa, dibujando un nuevo paisaje; es un puente que nos lleva a otro mundo perdido en el pasado y hundido en el misterio…La selva venezolana…Entre ritos y caciques, la tierra verde se abre paso desde el estado Delta Amacuro, según Cristóbal Colón «el paraíso terrenal». Sus más de 50 ríos hacen de este estado una tierra que se doblega al dominio de las aguas. En la lengua de los indios Waraos Amacuro significa tejido de agua. Entre manglares, la vida en el delta es testigo diario del poderío del Orinoco y su encuentro con el Atlántico. Con una tierra rica y una fauna única en el mundo, es un paraíso para aquellos que deseen vivir un contacto pleno con la naturaleza más compleja.Más al sur se encuentra el estado de Bolívar, el mayor de la nación. La tierra guayanesa es el hogar del Macizo Guayanés y del Parque Nacional Canaima, territorio en el que se abre paso la Gran Sabana que inspiró los relatos de tierras fantásticas de Julio Verne. Sus intensas galerías de bosques fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en 1994.Tierra de Tepuyes (que en Pemón significa montañas) son las formaciones rocosas más antiguas del planeta (hasta 3.500 millones de años), altas montañas planas que en sus cumbres albergan todos los misterios de la tierra desde su creación. Son dioses de admirable belleza y su sola presencia inspira todo el amor y respeto que por la naturaleza se pueda sentir. Sus verdes techos son cuna de imponentes caídas de agua, es en el Auyan Tepuy (3.000 m) donde se encuentra el espectacular Salto Ángel (con sus 979 m es la caída de agua más alta del mundo), el Roraima (2.723 m); el Kukenán (2.600 m) y otros 34 Tepuy más, completan el reparto de este Olimpo ancestral.Pero el estado Bolívar no solo posee riquezas naturales, también vibra con los sonidos de su música y sus fiestas. El calipso, producto de una de las mezclas más variadas del país (influencia inglesa, francesa, africana, nativa y antillana) es el rey de los carnavales del Callao y de todo el territorio venezolano. Esta mezcla se evidencia en la música, los trajes y en la variedad de personajes de estas fiestas.El estado Amazonas es una reserva de la biosfera de inestimable valor. Es uno de los lugares menos explorados sobre el planeta, y hogar de la mayor población indígena del país. Entre sus selvas existen bellezas exclusivas y verdes abismos que esconden en sus profundidades los secretos mejor guardados de la madre naturaleza.El color de las ciudades Más allá de las bellezas naturales (que son innumerables), Venezuela posee hermosas y rutilantes ciudades, cada una con su propio color. Desde el oeste se abren paso, una a una, alegres, hospitalarias, abiertas al mundo.Maracaibo es tierra de costumbres. Su identidad y el amor que los maracuchos sienten por su terruño es causa de admiración para todo el que pisa suelo zuliano. El puente sobre el lago, la Virgen de la Chinita y las Gaitas (música típica local, que se escucha en el resto del país generalmente en navidades, canciones de protesta y cantos religiosos) son el aderezo de un pueblo de mujeres hermosas, de piel tostada, y calles con casas que visten todos los colores del arco iris. Como insignia aparece el Relámpago del Catatumbo, fenómeno inexplicable que, noche tras noche, ilumina el cielo zuliano.El centro histórico de la ciudad de Coro fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1993. Sus calles empedradas, sus casas e iglesias coloniales han sido firmes testigos del paso del tiempo. La ciudad de Coro es la puerta de entrada al Parque Nacional Medanos de Coro, desierto irreal que nunca muestra la misma cara. Sus dunas acariciadas por el viento cambian a diario, modelando paisajes diferentes. El estado Yaracuy es tierra de magia y religión. Cada jueves de Corpus Christi las calles de Yare se visten de rojo; el bien y el mal se enfrentan en una lucha, alrededor de misas, danzas y canciones en la fiesta de los diablos danzantes de Yare. Entre el mito y la realidad, en la Montaña de Sorte, declaradw Monumento Natural en 1960 se celebran los mayores cultos a las fuerzas de la naturaleza y a su Santa, la Reina Maria Lionza. Los cuentos de una hermosa mujer atrapada por la naturaleza son para unos parte del folklore, y para otros, todo un símbolo de fe y poder.Barquisimeto es tierra de atardeceres. Es la casa del sol de media tarde, sus cielos encendidos cobijan las calles tranquilas y artesanas de una ciudad que baila al ritmo del golpe Tocuyano.Valencia, ciudad industrial, es de arquitectura colonial imponente, encantadora. La llamada ciudad blanca es famosa por sus naranjas dulces. A 30 km de ella encontramos el monumento a la Batalla de Carabobo, escenario en el que se selló finalmente la independencia de Venezuela.Maracay, la ciudad jardín, es la entrada al Parque Nacional Henry Pittier, uno de los más bellos del país. Antigua ciudad cultural, mantiene su belleza y su historia a la par de su crecimiento económico y comercial. Entre Monagas y Sucre se encuentra el Parque Nacional Cuevas del Guacharo, impresionante formación geológica es la más larga del país con 10.400 m de longitud. Cada atardecer nos ofrece la visión asombrosa de miles de guacharos que, en bandada, salen en busca de alimento.Finalmente nuestro recorrido termina en la ciudad de los techos rojos, Caracas, la sucursal del cielo. La capital venezolana es cuna de próceres y de fantásticas maravillas naturales, una ciudad amable donde amanece temprano. Está custodiada por su eterno guardián el Cerro el Ávila, Parque Nacional con picos de hasta 2.765 metros…es el pulmón natural y verde refugio del ritmo citadino. Caracas conserva sus casas coloniales y edificios históricos. Es centro cultural y artístico del país, urbe de música, risas, largas conversaciones, mujeres hermosas de andares hipnóticos y abuelos, que en las plazas recuerdan al ritmo de la retreta.Son tantas las calles y parques. Son tan grandes las sonrisas, tan dulce el café casero y tan fresco el aire que cada pueblo y cada río que dejo fuera me pesan profundamente. Pero como enumerar en tan pocas páginas un país de tanta belleza. Los venezolanos hemos sido bendecidos con un tesoro natural, un mestizaje que ha enriquecido nuestra cultura y hecho bellas a sus mujeres. Un país de historia noble, de canciones de amor, un país que hace suyo a todo el que lo visita. Es un secreto que se abre al mundo y da la bienvenida, porque siempre recibe con los brazos abiertos.
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