Abordamos con los comentarios sobre una obra cuyo autor, es Cornel West.
La visión que nos presenta West sobre la religión en el espacio público, es desde luego, bastante más enfocado en lo político que en lo religioso, su enfoque tendría como base la alteridad, hay necesidad de que cada grupo haga un intento por comprender al otro.
Así el punto de vista suyo –del creyente- sería necesario “repensar el secularismo” no tanto así hacerle frente. Se debe entender entonces, que desde el punto de vista secular, tendría que sería necesario también “repensar la religión”.
Cornel West propone una participación democrática en la que la creencia o falta de ella, deje de ser una barrera y se convierta más bien en una manera de conocerse y compartir con éxito el espacio público.
Sostiene que es conveniente más bien, que las personas creyentes intenten –con empatía e imaginación- “adentrarnos en la cosmovisión de los otros” y propone “manejar múltiples contextos” y múltiples “formas de argumentar”, por lo que si se trata de argumentos, podemos intentar comprenderlos, para que la convivencia en el espacio público, resulte favorable sino “exitosa” cuanto menos (pág. 88).
Cornel West propone una antropología filosófica, y señala que somos “criaturas implumes, bípedas, con conciencia lingüística, nacidas entre orina y heces” y que, como señala el naturalista Ch. Darwin “somos criaturas perecederas y organismos efímeros con lenguaje, en camino hacia la muerte, en vías de extinción al menos por lo que concierne a nuestro cuerpo” y que a pesar de nuestros esfuerzos en ciencia y religión, “la relativa impotencia y el relativo fracaso nos obsesionan a los seres humanos” (pág. 88).
En tal sentido, propone más bien un materialismo como punto de partida, que a decir verdad, se opone a las verdades reveladas por obvias razones, lo cual podría a primera vista resultar contradictorio. Sostiene que así como en la ciencia dominamos la naturaleza con imaginación y la tratamos de someter o de conocer (sus misterios), a través de la religión usamos también nuestra imaginación pero para “construir estructuras de sentido y sentimiento frente a la muerte” (pág. 89).
Queda claro entonces su postura, de que las religiones serían construcciones antes que verdades inmóviles, eternas y reveladas. En este sentido, sostiene que están motivadas en temores fundamentales (impotencia, fracaso) en la existencia del hombre, uno de ellos el temor a la muerte, por lo que, para West imaginamos y construimos sistemas para, hacer lo que no podemos mediante la ciencia, perennizar la vida. Cita a George Santayana cuando señala en su obra Winds of Doctrine: “La religión es el amor a la vida en la consciencia de la impotencia” (pág. 89).
Siendo así, se podría interpretar que el creyente cree en una construcción social y se aferra a dicha verdad incognoscible por necesidad y temor. Sostiene que el hombre hace frente a “situaciones límite” a decir de Karl Jasper, tales como la muerte, el miedo, el desengaño.
El hombre a decir de West, tiene “límites y condicionamientos” a los que debe hacer frente, lo que Platón llamaba Ananké en el Timeo, -que podría traducirse como destino o fatalidad-, “aquello a lo que debemos de enfrentarnos”, refiere; lo incierto, que es lo más “naturalmente inminente” (si cabe el término) de la vida misma. Esa incertidumbre funde temor, y ese temor se combatiría con la religión, una “construcción” que ayude a vencer las “situaciones límite” a la que nos enfrenta el destino.
Pero al margen de la “empatía” y la “imaginación” para entendernos entre todos, sostiene West, hay algo más importante aún, el “giro profético”. Comparte en tal sentido lo “profético” que le pareció escuchar a Martin Luther King en una iglesia negra de Shiloh (Iglesia Baptista), hablaba de la historia como catástrofe –novena tesis de Benajim- relacionada a la historia de dominación y odio sobre la población negra.
Sobre ello y para mejor entender, podemos ahondar un poco. Walter Benjamin en su obra Tesis de la Filosofía de la Historia propone una crítica negativa al progreso y la define a decir de Jochamowitz como “la mayor fuente de destrucción de la vida humana”. La tesis IX de W. Benajmin parte de la interpretación de un cuadro de Paul Klee titulado Angelus novus, donde aparece la imagen del progreso de Walter Benjamin en los siguientes términos:
“Se ve en él un ángel, parece en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava la mirada. Tiene los ojos desorbitados, la boca abierta y alas tendidas. El ángel de la historia debe tener ese aspecto. Su rostro está vuelto hacia el pasado. En lo que a nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que arroja a sus pies ruina sobre ruina, amontonándolas sin cesar” (Jochamowitz, 2012, pág. 118).
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