Los agujeros negros son unos de los objetos más extraños y fascinantes del universo. Se forman cuando una estrella muy masiva muere y se colapsa sobre sí misma, creando una región de espacio con una densidad y una gravedad tan altas que nada puede escapar de ella, ni siquiera la luz. Los agujeros negros son invisibles, pero se pueden detectar por los efectos que producen en su entorno, como la distorsión del espacio-tiempo, la emisión de ondas gravitacionales o la formación de discos de acreción.
Los agujeros negros se clasifican según su tamaño y su rotación. Los más pequeños son los agujeros negros primordiales, que se habrían formado en el origen del universo y tendrían una masa menor que la de un asteroide. Los más comunes son los agujeros negros de masa estelar, que se originan por el colapso de estrellas muy grandes y tienen una masa de varias veces la del sol. Los más grandes son los agujeros negros supermasivos, que se encuentran en el centro de las galaxias y tienen una masa de millones o miles de millones de veces la del sol. Los agujeros negros también pueden ser estáticos o rotantes, según tengan o no momento angular. Los agujeros negros rotantes tienen un horizonte de sucesos elipsoidal y un ergosfera, una región donde el espacio-tiempo es arrastrado por la rotación del agujero negro.
Los agujeros negros son unos de los fenómenos más intrigantes y complejos de la física. Su estudio plantea numerosos desafíos y preguntas, como la naturaleza de la singularidad, el punto central donde la densidad y la curvatura se vuelven infinitas; la paradoja de la información, el problema de la conservación de la información que entra en el agujero negro; la radiación de Hawking, el proceso por el cual los agujeros negros pueden emitir partículas y perder masa; o la posibilidad de los agujeros de gusano, los hipotéticos túneles que conectarían dos puntos del espacio-tiempo a través de un agujero negro.
Los agujeros negros son, sin duda, los misterios del espacio, que nos revelan los límites de nuestro conocimiento y que nos desafían a ampliar nuestra comprensión de la realidad. Los agujeros negros son, en resumen, los objetos más sorprendentes y fascinantes del universo.