Ilustración de Michele Rosenthal
Ver para creer
La verdad ocupa un lugar central en el desenvolvimiento de la historia humana. Su presencia constituye una empresa fundamental en un sentido literal, se presenta como fondo desde el cual brotan las relaciones humanas así como nuestro vínculo con la naturaleza. Tal como apunta el joven Nietzsche, en Verdad y mentira en el sentido extramoral, es posible comprender al instinto por la verdad como una suerte de tratado de paz. El pacto es dual, implica la búsqueda de la tranquilidad tanto con el mundo así como consigo mismo. La operación para muchos supone la vía inmediata a la estabilidad, a partir de ella es factible la permanencia y la construcción. El encuentro manifiesta su cualidad necesaria, como magma admite la continuidad histórica y narrativa. En la verdad se asienta nuestra comprensión de la realidad. Tal como lo expresa Blumenberg en su Teoría del mundo de la vida, la realidad se exhibe como la última corrección de la irrealidad. La realidad solicita constancia y expone su propiedad activa: el esfuerzo y el interés modulan su aparición, no estamos frente a un objeto existente sin presencia humana. La intervención humana supone para algunos el talón de Aquiles de la verdad. Siguiendo nuevamente al filósofo del martillo, la sustentación es altamente cuestionable. La potencia metafórica del ser humano se entromete en la edificación epistémica. El instinto artístico es supuestamente antagónico al científico, y desde tal postura la consolidación de la verdad sólo se realiza a través del método. De tal manera el proceso prima sobre el acontecimiento, la verdad es accesible siguiendo los pasos adecuados.
La asimilación de la subjetividad en la formación de la verdad se fundamenta en la idea del juicio objetivo. La verdad no es mas que el resultado de una operación metódica. A partir del siglo XIX la ciencia empieza a gozar de una credibilidad avasallante en el mundo de la vida, una presencia tan arrolladora que actualmente el simple enunciado, prescindiendo de la actividad, es suficiente para cumplir su función fundamental. La ciencia es la expresión de una serie de relaciones que remiten a otras. Si algo puede retratar provisionalmente la condición moderna es la preeminencia de la función sobre la esencia así como la comprensión del sujeto como un agente entorpecedor en la formación del conocimiento legítimo. La importancia subjetiva radica en su vinculación con la noción del engaño y la propia contingencia de la vida. Lo que hoy es tomado por cierto puede ser reformado mas adelante en la historia colectiva. La modulación del conocimiento, y vale la pena acotar, no necesariamente progresiva, puede ilustrarse en la posición científica frente a Plutón el cual a lo largo de la historia humana ha sido y dejado de ser un planeta. La constante adecuación muestra dos propiedades de la actividad científica, su aprehensión como contrato o, retomando nuevamente a Nietzsche, su presencia como una constelación o cielo común. Si bien la verdad acontece como una exigencia social existe una discriminación de cara a sus consecuencias. Inicialmente todos desean la verdad, no obstante muchos no están dispuestos a lidiar con sus resultados, los intereses entran en juego y la censura aparece resonando a la clásica expresión existe un bien mayor. El ocultamiento de las consecuencias se evidencia perfectamente en la actitud de ciertos Estados. El incidente conocido como The Pentagon Papers es una excelente muestra de ello, el silenciamiento de la fracasada participación bélica norteamericana en Vietnam por mas de treinta años. En el caso venezolano se puede mencionar el encubrimiento de la muerte del arquitecto de la destrucción de la República, Hugo Chávez y su relación con el bien mayor bolivariano: la aniquilación de los habitantes para vivir exclusivamente de la minería y el petróleo.
La constante expansión simbólica y material del mundo articula nuestra percepción de la ignorancia. Tal como apunta Durkheim a finales del siglo XIX en La división del trabajo social si bien nadie se encuentra obligado a participar en actividades industriales o artísticas, existe un compromiso por no permanecer ignorante el cual es sancionable por la opinión pública y en algunos casos inclusive por la ley. Estar al día, actualizado, al tanto expresa una voluntad por la completitud muy interesante. La satisfacción epistémica resuena con la idea de sentirse entero. No obstante, enterarse se revela una solicitud social paradójica. Desde la pregunta por el ser es imposible tal querencia. Retomando la postura esencialista podría afirmarse que el fundamento del ser humano es nunca alcanzar la completitud, la apertura es directamente proporcional al tiempo de vida. Desde otra perspectiva enterarse puede comprenderse como una actividad integral. A pesar de que no podamos estar enteros, integramos el mundo a nuestro existir. La integración puede comprenderse desde el pensamiento de Alfred Schutz y su postura en torno al acervo de conocimiento. Poseemos un bolso mágico -cual Felix el gato- donde vertimos las expansiones simbólicas y materiales del mundo. Dicho de otro modo, disponemos de recetas típicas para usar en situaciones típicas donde esperamos resultados típicos. La información técnica y cultural cumple una función formativa tanto en el mundo de la profesión como en el carácter individual. La mejor manifestación de tal potencia la conseguimos en la expresión común el conocimiento es poder: Estar al tanto se constituye como el primer paso hacia la manipulación natural y humana.
Es innegable la saturación informativa que caracteriza a la contemporaneidad. La abundancia genera un llamado al discernimiento transformando a la razón en el modo predilecto para la navegación en la mar de las posibilidades. La profusión informativa ocurre a la par de un fenómeno particular, la pérdida de credibilidad en las instituciones especializadas. Para Habermas en Facticidad y validez, la opinión pública tematiza el acontecer, no obstante, la misma tradicionalmente dependía de estructuras comunicacionales particulares para su expansión y legitimación. Tales configuraciones encuentran actualmente en la web 2.0 un sitio fértil donde cualquiera publica su opinión en torno al acontecimiento que llame su atención. Poco a poco la web 2.0 se adelanta en muchos casos a las instituciones especializadas, el otrora público abandona el estadio reactivo tomando un paso al frente en la construcción de la realidad colectiva. La dilatación informativa plantea asimismo el asunto de la cualificación. Regresando a la noción del discernimiento es preciso acentuar la diferencia entre clasificar y cualificar, la desavenencia presenta nuevamente el papel fundamental del conocimiento en la conformación de la narración. La primicia determina la construcción de narraciones y el pitazo se constituye en la cualidad más buscada. Quien posee “fuentes” y datos -aunque no sean precisos- goza de una ventaja: la urgencia, tal como el sexo, aún vende y anima sin distinción. Vivimos en el reino de la novedad donde el comentario y el análisis se presentan como los puntos de encuentro actuales para las relaciones humanas. Lo singular de tal relación mediada se expresa en la eternidad de la novedad en la web 2.0. A pesar de que muchos mensajes, noticias e inclusive memes están fechados surgen constantemente como actualidad, invitando a relacionarnos con ellos como si fuese la primera vez.
Si algo puede retratar agudamente al presente es la creciente levedad de la palabra. La seguridad que nos proveía ha sido desplazada por la producción imaginaria la cual vertiginosamente adopta un papel protagónico en la constitución de la realidad. Tradicionalmente la verdad se realiza en la vinculación entre el enunciado y una situación. La particularidad de nuestro tiempo radica en la cualidad imaginaria de la situación, la constante e indetenible producción de imágenes y su movilidad a través de la tecnología comunicacional envuelve voluntariamente e involuntariamente al quehacer diario. En el mundo de la vida cotidiana la verdad, tal como el hecho, es lo que está y se ve. El poder del sentido visual se ilustra magníficamente en la expresión una imagen vale mas que mil palabras la cual implica la propiedad y superioridad de la imagen sobre la interpretación infinita que supone la palabra. Sobre esta apertura es necesario señalar la distinción entre la posibilidad de enunciar muchas cosas y la de decir cualquier cosa. El primer caso muestra la pluridimensionalidad de la realidad, la posibilidad sobre la singularidad. El segundo implica la potencia creativa sin la intención adecuativa o, como diría Popper en Conjeturas y refutaciones, crítica. En su extremo podría comprenderse asimismo como la hexis poética o la voluntad metafórica. La preponderancia de la imagen expande el asunto interpretativo en el mundo de la vida cotidiana. Lo que antes era el complemento del texto pasó a ser lo imprescindible en la construcción de cualquier narración. Dicho de otra forma, si no lo veo, no lo creo.
La progresiva existencia en lo imaginario va de la mano con la concreción de la fantasía. La tecnología contemporánea magnifica la fragilidad de lo real: actualmente usando un software se puede torcer la realidad y con ella nuestras creencias. Tal como lo expresa Ortega y Gasset en su breve ensayo Ideas y creencias, la creencia supone un estar, mientras la idea un proceso propio. La ascendente atmósfera imaginaria adormece la cualidad activa del proceso, seduce a habitar en la zona de confort de lo que ya está. Es posible percibir la concreción de la intención fantástica y sus consecuencias constructivas en el fenómeno del meme. El meme vincula lo real con las posibilidades creativas a través del humor, se nutre de lo existente presentándose simultáneamente, por su cualidad imaginaria, como un elemento constituyente de la realidad. En el humor se recompone la fibra de la actualidad, se expone la profundidad de la percepción humana. El consumo informativo se encuentra determinado por la simpleza de su presentación. La cultura de la inmediatez atenta sin misericordia contra el ejercicio del discernimiento. Sopesar las cosas toma tiempo y el tiempo es oro, no se puede malgastar razonando, ¿Para que razonar si ya la información está condensada en Pictoline? La urgencia y lo pórtatil de nuestra era se revela a la perfección en la presencia del celular como aparato indispensable para la vida. El móvil, como dirían en la madre patria, funciona como la puerta al mundo, extiende el contacto humano generando lo que se conoce como comunicación y transmisión de datos peer to peer. La verdad acontece en la reproducción, la posibilidad de poseer y presentar nuevamente lo sucedido. El celular permite la facturación de la realidad, comprendiendo tal como el respaldo documental de una interacción. El selfie es una forma de este tipo de respaldo -de la belleza-, una captura de la contingencia la cual ahora podrá regresar en cualquier momento.
El desarrollo tecnológico trae consigo una manera particular de participar en la construcción del mundo. La propagación especulativa es uno de los mayores retos en la formación del consenso por la verdad en la actualidad. El aumento de los dispositivos electrónicos han minimizado la relación cara a cara y al sustraer al rostro de la interacción, nos encontramos abandonados entre imágenes y textos fuertemente dislocados. Vivimos la era de la documentación sin esfuerzo, capturamos al entorno con el celular y con ello, consciente e inconscientemente, multiplicamos las posibilidades narrativas del mundo. El incremento de contenido exterioriza la sátira e inocencia que caracteriza al ser humano. Sin rostro que soporte la narración, la distorsión del mensaje, retomando al Habermas de la Teoría de la acción comunicativa, aumenta generando impasses comunicativos. La imposibilidad comunicativa radica en el sin fin de referencias que se intercambian vertiginosamente. El consenso se diluye en la cantidad: a mayor participación, mayor es el esfuerzo por la comprensión, entendiendo esta última como un esfuerzo integrativo. La trepidante producción imaginaria se apoya en las plataformas informativas exclusivas de la web 2.0. La captura va de la mano con la reproducción, una vez en juego (play) no hay quien detenga la reformación e interpretación del contenido. De tal manera poco a poco el ciudadano con acceso a la tecnología entra en la creación informativa colectiva, deviene en una suerte de periodista voluntario cuyo jefe es la verdad de lo que ocurre ante sí.
La importancia de la Web 2.0 en el consumo informativo se vislumbra en la propagación de páginas web las cuales se apropian de los formatos informativos tradicionales. La usurpación de las referencias puede ocurrir con intenciones sinceras o humorísticas. El último es el caso de páginas web como The Onion o el local Chiguire Bipolar, sitios que por su presentación adaptada a las formas informativas tradicionales logran engañar a ciertos incautos sobre el acontecer actual. El humor contemporáneo produce Fake news voluntariamente, basados en la aparente urgencia de la noticia incorporan una narración que en ciertos casos puede ser antagónica al consenso sobre lo ocurrido. Las consecuencias de la adaptación de la forma, aunado a la pérdida del discernimiento, se manifiestan en el papel de Rusia en la campaña electoral por la presidencia norteamericana en el 2016. Según el propio gobierno de Estados Unidos, a través del fiscal especial Robert Mueller, existen pruebas de la creación de un “ambiente informativo capaz de redireccionar la mirada del público”. No es posible negar como el entorno digital promueve el anonimato, deviene para algunos en una trinchera cobarde desde la cual se ataca sin temor a dar la cara. La importancia de la contextualización se ve de igual manera en el papel cada vez más protagónico del público en las instituciones informativas y comunicacionales tradicionales. Poco a poco el envía tu comentario o grábate haciendo X ocupa un espacio cada vez más grande en la pantalla chica, formas de participación que pretenden crear -y amplificar- una posición, no generar un pensamiento al respecto. El llamado a la participación es de igual manera un llamado a la ridiculización: muchos son los que publican contenido en el calor del momento sin pensar en las consecuencias de lo compartido, olvidan que pueden ser capturados y reproducidos infinitamente.