Show us your talent contest | 𝑹𝒆𝒈𝒓𝒆𝒔𝒂𝒓 escrito por @huesos

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El cielo lucía especialmente oscuro sobre las estechas calles de Rupomme, que apenas eran iluminadas por los antiguos faroles que luchaban contra la espesa niebla.

El amable frío de la ciudad empezaba a arrullar a sus habitantes, pero en la avenida Aumont los clubes nocturnos hacían ruido, mientras la gente se embriagaba y bailaba para olvidar la semana.

La música escapaba de las paredes de los clubes. Rupomme era una ciudad pacífica, pero de habitantes acostumbrados a las noches de bares y tragos.

La puerta del Club Brando vio salir a Germaine enfurecida. Un poco antes, había entrado por la misma con un rostro más sosegado, sin saber que encontraría a Phillipe, su ex novio, sentado en un rincón junto a su nueva pareja.

Phillipe no se percató de que Germaine lo observaba desde el otro lado del club, enfriando su ira y endulzando su tristeza con un daiquirí. Ella lo vio besar a la chica antes de invitarla a bailar, y Germaine no pudo evitar recordar con melancolía cuando Phillipe compartía así con ella.

Poco meses antes, ellos asistían a lugares similares los fines de semana. Germaine se sentía segura y amada junto a Phillipe, antes de que supiera que la había estado engañando con la mujer que entonces lo acompañaba.

Germaine alzó la mano y la agitó en el aire cuando atisbó un taxi aproximándose. El auto se detuvo frente a ella, y entonces lo abordó apresurada.

Al entrar al auto cruzó las piernas, cerró la puerta y pronunció la dirección de su casa como si fuese un regaño. Luego de luchar con su tristeza unos segundos, se dejó llorar ante la presencia del desconocido conductor.

El auto dio marchar, y Germaine pudo leer una credencial en el retrovisor con el nombre de Calvin Bouvier.

Germaine se recostó contra la puerta, casi besando el vidrio de la ventana. Por un momento, Calvin sintió la necesidad de decir algo para consolarla, pero quedó mudo por la sensación de que su comentario podría ser mal recibido.

Germaine recuperó su serenidad y sacó un pañuelo de su bolso para secar su rostro empañado. Hizo una mueca antes de guardar su pañuelo de nuevo.

—¿Puedo encender un cigarrillo? —preguntó Germaine, peinando con sus dedos su ondulado cabello castaño.

— Siéntase libre... ¿Podría encender uno también? —replicó Calvin.

—Es su auto —señaló Germaine mientras esculcaba su bolso.

—Normalmente no lo hago ni lo permito en el auto, pero descuide. Supongo que lo necesita.

—Oh... sí. Le agradezco mucho —dijo Germaine llevando un cigarrillo a sus labios.

—Imagino que ha tenido una mala noche —concluyó Calvin al abrir su guantera y sacar su cajetilla de Marlboro aún virgen.

—Definitivamente —respondió Germaine—. A veces nos ilusionamos demás con personas que no valen la pena ¿sabe? Y por más que intentamos hacer que no nos importe lo que hagan, ya nos han hecho un daño que no podemos reparar fácilmente.

—Sé que es una pregunta imprudente, pero ¿acaso intentó liberar su dolor con alcohol y fracasó?

—No fue exactamente eso. Pensé que lo había enterrado, pero regresó como un zombi rampante a devorar mi cerebro —dijo Germaine al exhalar un poco de humo.

—Lo siento mucho. Espero que pueda sentirse mejor en su casa —dijo Calvin afablemente.

—Posiblemente solo me hunda más en la depresión, pero gracias por su buena intención.

—Disculpe, pero si ha de ser así ¿por qué quisiera llegar a su casa entonces? —preguntó Calvin.

—Honestamente no quiero hacerlo, ¿qué cree que llevaría a una chica como yo a un club nocturno sin ninguna compañía?

—Todos tenemos días malos y días buenos, el problema es que los malos opacan las cosas que tienen valor y nos hacen felices.

—Entiendo… Usted también debe tener sus días malos.

—Como cualquier persona —sentenció Calvin al sacar su cigarrillo por la ventana.

—¿Y cómo logra superarlos sin perder la cabeza?

—Me subo a mi auto y empiezo a trabajar. A veces la mejor forma de afrontar los problemas es simplemente ignorarlos.

—¿Y qué hace si son problemas demasiado grandes? —dijo Germaine y tomó una calada.

—Por supuesto que se deben afrontar, pero por lo general perder la cabeza pensando en ellos solo empeora todo, ¿es su problema tan grave?

—Supongo que no va a matarme, pero sí es algo doloroso. Invertí demasiado tiempo y cariño en alguien para recibir a cambio nada más que ingratitud.

—Le aconsejo pensar que no ha perdido nada, solo ha ganado una experiencia que puede usar para ser más madura y prudente al aprender de ella.

—Dicen que de los errores se aprende más que de los aciertos.

—De toda experiencia se puede sacar una buena reflexión, lo malo es que no siempre se aprende lo importante.

—¿Qué ha aprendido usted de las suyas?

—Justo ahora creo que aprendí a no hipotecar tu auto si trabajas con él.

—¿Hipotecó su auto? ¿Acaso puede perderlo? —Calvin no dijo nada— Ya veo... Realmente no fue una buena idea.

—Siempre puedo trabajar en algo más, y usted podría encontrar a alguien que aprecie el cariño que le profese.

—Amor… amor fue lo que profesé infértilmente —corrigió Germaine.

—Invierta amor en sí misma entonces —propuso Calvin—. ¿Podría recomendarle un lugar a dónde ir? Dedíquese una noche para distraerse realmente. Siempre hay otro trabajo, otra pareja, y otro bar abierto un viernes en la noche.

—Claro. A cualquier lugar menos al Brando.

—De acuerdo. En la siguiente manzana podremos cruzar hacia un bar-restaurant que abre toda la noche y sirve buenos tragos. Además, la comida que preparan es exquisita. Creo que le hará bien.

—Entonces vamos allí —respondió Germaine al sonreír dulcemente.

Cuando arribaron al restaurant, Calvin estacionó el auto justo en frente de la entrada. Germaine se detuvo un momento, sacó otro cigarrillo, miró a Calvin y suspiró.

—¿Seguirá trabajando esta noche? —preguntó Germaine.

—Realmente no.

—¿Entonces podría acompañarme? Honestamente no quisiera tomar sola.

—Entiendo… pero, aunque realmente me gustaría, usted no me conoce bien. Además, si el taxista toma, ¿quién conduce? —preguntó Calvin.

—Pues otro taxista, claro —respondió Germaine—. Y al menos ha sido amable, no creo que sea malo seguir esta conversación. ¿Qué dice? ¿Se anima? Yo invito.

—Tal vez también necesite tomar un poco, pero ¿está segura?

—Absolutamente. Acompáñeme —insistió Germaine.

—De acuerdo, lo haré entonces.

—¡Bien! Entonces estacione el auto, le espero acá.

Germaine bajó del auto y aguardó en la acera, mientras Calvin encendía otro cigarrillo antes de parquear.

Cinco minutos antes, un sujeto había entrado al restaurant portando un pantalón negro, zapatos mocasines y un bombín en su cabeza. Una corbata roja resaltaba sobre su camisa de perfecto color blanco.

El hombre vio entrar a Germaine y Calvin y luego tomar asiento en una mesa apartada. Vio al mesero aproximarse con su trago de ginebra y lo recibió sin decir palabra alguna.

Durante toda la noche, el misterioso sujeto esperó sentado en el mismo lugar, observando las risas que lograban sacarse mutuamente los recién conocidos entre copas de vino.

Se dejó avanzar la madrugada hasta que Germaine decidió que era hora de regresar a su casa. El hombre que los observaba revisó su reloj de reojo. Suspiró, dejó cien euros sobre la mesa, se levantó, y caminó hacía la puerta de la entrada.

Germaine y Calvin del restaurant unos minutos después. Un auto de Uber había sido convocado para llevarlos, y los esperaba al borde de la carretera. Quien conducía, era el hombre que los había observado durante toda la noche.

El auto aceleró mientras Germaine y Calvin charlaban sobre sus terribles relaciones pasadas. El conductor llevaba una mirada gélida, apenas tenía gestos perceptibles, y no habló durante todo el recorrido.

Germaine fue la primera en llegar a su destino. Se despidió con un delicado beso en la mejilla de Calvin, quien estaba demasiado ebrio como para disfrutarlo, pero no lo suficiente como para no apreciarlo y responder con un estrecho abrazo.

El conductor dio marcha de nuevo y se dirigió a la casa de Calvin. Cuando finalmente llegaron y Calvin desabordó, el conductor tomó el reloj en su muñeca y observó la hora. Cliqueó en la pantalla y desplegó un registro de imágenes que tenía almacenadas en este.

El rostro de Germaine apareció en cada fotografía, frecuentemente junto al suyo, el mismo de Calvin. El conductor abrazó el volante como consuelo para el inclemente llanto que lo dominó.

Cuando se halló sereno, Calvin esculcó su bolsillo y sacó un dispositivo con la forma de un cronómetro analógico. La fecha del día estaba plasmada en la pantalla.

Debajo de la fecha, un botón con la palabra “regresar” escrita, fue alcanzado por el dedo de Calvin, haciéndole desaparecer del lugar y dejar al auto tan vacío como su alma en luto.

Participa en el concurso

Un abrazo enorme.png

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Chiamo esta brutal.

De pana leido a las 5:45 am y lo disfrute.

Gracias por tomarte el tiempo. Me alegra que lo hayas disfrutado, le puse esmero.

Wow wow wow... que final tan repentino, por un momento pensé que el conductor los iba a matar :c no se porque ajajaj! Pero ese final si que me tomo por sorpresa. De esto se trata este concurso de ser creativos hasta el ultimo minuto; me imagine todas y cada una de las escenas, por lo que hiciste un estupendo trabajo, felicidades y éxitos :)

Justo caíste en mi trampa... Parecía una historia de amor, luego de suspenso, y al final saqué los tres géneros narrativos que se podían elegir. Un gran abrazo.

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  ·  5 years ago Reveal Comment