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Niño y adulto a la vez
aprovechan cualquier ocasión
para felices ser,
con cualquier cosa que hacen sin mucho esfuerzo por hacer.
Son ajenos muchas veces
de la realidad que los cubre y de lo serio que resulta ser,
su niñez los protege
de llegarlo a entender.
Son como luz intermitentes
cuando oscuro se puede poner,
para quienes con conciencia
entendemos cuan grave puede llegar a ser.
Busquemos el equilibrio
entre la niñez y la madurez,
seamos permisivos
cuando la alegría se asome y dejémonos envolver.
También seamos sensatos
cuando las circunstancias sean contrarias
y debamos responder,
de forma responsable para el menor daño poder hacer.
Nadie que es adulto
puede desconocer su niñez,
muchos la añoramos
y quisiéramos el tiempo retroceder.
En momentos como estos
seamos niños y adultos a la vez,
disfrutemos lo que tenemos
y enfrentemos lo difícil con calma y optimismo a la vez.
A veces somos responsables
de nuestras alegrías y tristezas también,
tomemos la batuta
y definamos que vida queremos tener.