Hoy he querido unirme a esta iniciativa de steemitblog's post para primeramente recordar una de las mejores etapas de mi vida y segundo para limpiar el aura de negatividad que ronda alrededor de nuestros hogares donde el encierro comienza a hacerse sentir en exceso, seguramente llevar mi mente a la época estudiantil pueda mejorar mi humor y seguramente a analizar tantos errores cometidos como niño y después como adolescente, espero disfruten.
Corrían los años 80 cuando este que les escribe estudiaba la educación básica, era una época de fáciles amistades, acababa de mudarme de zona residencial y asistía a un nuevo colegio cuando apenas cursaba el cuarto grado, es curioso pero aún recuerdo las primeras caras que me acogían a ese nuevo colegio y concretamente en mi aula, eran Víctor y José, ambos ya llevaban un par de cursos juntos pero yo al cambiar de colegio asistía algo nervioso y asustado a esa nueva aventura, recuerdo que justo antes de la mudanza había hecho la primera comunión eclesiástica, no, no creo en nada divino pero era una costumbre familiar y por entonces en España no se pedía opinión a los niños, volviendo a mis primeros amigos les cuento que cuarenta años después mantenemos el contacto, por whatsApp pero lo mantenemos, estas navidades hubo una quedada a la que no asistí, todos hemos cambiado mucho pero lo que peor llevo de esas reuniones es que a estas edades a muchas personas les gusta demasiado hablar de política y de sus experiencias personales más tristes por lo que decliné ir pero no por ello me aparté del grupo de la escuela.
La imagen que les presenté en el encabezado pertenece al viaje de estudios que organizó el colegio antes de la graduación, allí fuimos todas los alumnos del octavo curso y algunos profesores, otra experiencia de vida, apenas cumplíamos 12 años y ya algunos querían ser hombres mientras otros aún nos apasionaban los juegos de niños, ellas, las chicas ya dejaban salir sus hormonas y esos que querían ser ya hombres parecían afortunados de estar siempre con ellas haciéndolas reír pero ¿saben? más ganábamos los que seguíamos siendo niños ya que ser un hombre te marca para el resto de tu vida pero a la niñez no hay forma de volver más que con el recuerdo.
Tras ese viaje no falto de sorpresas, alegrías y algún susto volvimos a la realidad de preparar el asalto a nuestra segunda etapa de estudiante, entonces en España podías elegir si intentar llegar a la universidad o estudiar para realizar una llamada formación profesional, destinada más al plano laboral menos cualificado pero igualmente importante y con mucha salida, por desgracia mi mal fue que no tuve buenos orientadores, la familia quería que estudiara una carrera puesto que por parte de padre mi abuelo había sido magistrado, tíos y primos abogados o procuradores así que no tenía escapatoria por ahí, en la escuela no hubo quien me diera la opción de la formación profesional ni me la explicaron, parecía un mal menor y la universidad un acierto y un éxito, gran error, el bachiller y el acceso a la universidad me aburrieron hasta la saciedad, repetí algún curso y tuve que paralizarlo todo por el servicio militar obligatorio que me cambió la vida.
Ese periodo de ejercito fue un punto y seguido a los estudios pero a la vez una escuela militar, aprendí lo que un adolescente no sabía, educación y respetar un código de conducto reglamentario, saber no saltarme grados para dirigirme a las más altas instancias militares, jamás te dirijas al comandante de la base si aún te quedan mandos intermedios que pueden resolverte tus dudas, eso aplicado a la vida me ha devuelto amistades perdidas y me ha mejorado como persona, independiente de todo eso aquello era una verdadera escuela militar donde aprendí a salvar vidas y sobre todo a salvar mi propia vida y enderezarla, aguanté 3 años porque quise probar si era mi sitio, me quedé a las puertas de ser sub oficial pero no quise dar ese salto porque no me veía en esa jerarquía de por vida, volví a retomar mis estudios pre universitarios y los acabé con nota, en ese intento por estudiar una carrera mis años malos me penalizaron la nota sobre los buenos y la carrera elegida aunque apasionaba a mi familia no era mi elección para ser universitario por lo que en cuanto mi padre se dio cuenta me ayudó a conseguir un empleo que conservo a día de hoy.