Querido diario
Hoy el día amaneció gris y un poco nublado, cosa bastante inusual en esta parte del país. Empecé el día a las cinco, limpié un poco el apartamento, me aseé y vi un par de videos de YouTube para alzar los ánimos. De allí, me eché un par de estirones y salí en rumbo a tomar el curso de electrónica.
Como es costumbre, decidí leer en el transporte. Continuando en la página 89 de cien años de soledad, es un libro que me causa risas, sorpresas y mucha nostalgia. La música estaba a la par de una discoteca, pero no impidió que leyese sin preocupaciones.
Media hora después, ya me encontraba en el liceo donde se dictaban los cursos. Ya es la cuarta vez que entro, y me sigue gustando el lugar. La entrada es un poco larga, pero vale la pena por la brisa y el ambiente.
Salí del curso a las diez, con la cabeza llena de simbologías comunes de electrónica, y con la incertidumbre de que algo no andaba bien. Sentía el cuerpo ligero, y estaba algo mareado. Pasé al lado de un restaurante y recordé que todavía seguía en ayunos. Tenía presupuesto de soltero, por lo que terminé comprando cambur manzano con pan francés para picar el resto del día (No sabe mal, pero no es apto para algunos estómagos)
De allí en adelante, caminé alrededor de media hora para llegar a una biblioteca pública que hallé oculta entre las calles de un mercado popular. Allí quería seguir repasando algunos apuntes de mi curso, y aprender una que otra cosa en los libros de ingeniería que están allí.
Estaba cerrado, no abre los fines de semana :(
Resignado a mi suerte por ingenuo, me quedé sentado en las escaleras que daban al lugar, para descansar, comer sin prisas y repasar conceptos.
El plan no me duró mucho, ya que por alguna razón mística o de mantenimiento neuronal empecé a filosofar después de ver la altura en la que me encontraba. Desde que era puberto hacía cosas parecidas. Recordé las metas que quiero alcanzar, que solo yo puedo crear mi camino, y que si seguía con mi lento actuar, perdería grandes oportunidades.
También que el amor no es una fuerza física. No es posible medirla ni controlarla. Es algo mágico, como los sueños.
Al cabo de una hora mirando al vacío, decidí regresar a mi apartamento. Al llegar, cociné algo ligero y luego repuse la mitad de horas de sueño que no tuve el día anterior.
El resto del día, se basó en mi navegación por internet (y un segundo baño por el calorazo de la tarde)
Curated by - @radjasalman
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