Imagen diseñada en PowerPoint/ F/ F/ F
I
De repente se dio cuenta que desde que sus hijos le habían regalado aquel teléfono móvil ultramoderno su vida había cambiado por completo. Para comenzar, ninguno de los dos, ni Fabián ni José Luis, habían venido más nunca a verlo, a sentarse con él a conversar bajo las matas del patio, a decirle, medio en broma y medio en serio que “carajo, viejo, vas a tener que buscarte una mujercita que te acompañe,” mientras se reían tomándose un jugo de guayaba. Más nunca los había visto porque todo se lo decían a través del bendito celular.
Influenciado por el móvil/ F
Él mismo, pensó recriminándose amargamente, se puso de pendejo a jorungar el teléfono y se dedicó a ver cuanta vaina aparecía en esa pantalla, hasta los videos de cómo sembrar matas, él que toda la vida se la había pasado sembrando; y así fue acostumbrándose hasta que se olvidó de leer los libros que le interesaban, de escribir sus poesías y de sentarse en las noches a mirar las estrellas, mientras afinaba el cuatro y pensaba en componer una canción...
Entonces decidió eliminar el problema de una vez, lanzó ese celular en el cajón donde tiraba todas las cosas que no servían para nada y regresó de inmediato a su sencilla y dichosa vida anterior. Eso no fue del todo posible porque sus hijos, de todas maneras, nunca más vinieron a visitarlo y se limitaban a enviarle lo que él necesitaba a través de mensajeros que le traían de todo, era verdad, pero eso suponía también que ellos no estaban dispuestos a aparecer por su casa ni siquiera por un rato.
Era lo único que lamentaba y lograba entristecerlo, comprobar que ya poco les importaba a Fabián y a José Luis, que aquel teléfono se lo habían regalado con la expresa intención de evitar venir a verlo. Y aunque todo lo demás volvió a ser como antes, esa sensación de abandono persistía como una punzada incómoda en su corazón. Habían pasado ya seis meses sumergido en su antaña rutina de lectura, siembra, escritura y música. Las atractivas urgencias de la tecnología ya no lo perturbaban y solo esperaba que, en cualquier momento, entraran sus hijos por esa puerta.
II
Una noche se quedó dormido en el patio y se despertó, por breves segundos, sobresaltado porque sintió que una inmensa aspiradora lo succionaba hacia el firmamento como si fuese una ligera pluma. Experimentó un exacerbado miedo repentino, pero en seguida su mente se quedó en blanco y no supo más nada de su existencia. Cuando se despertó, estaba rodeado de unos extraños hombrecillos de color verde, orejas muy pequeñas y ojos grandes y oblicuos que lo escudriñaban con científico desparpajo.
Abducido por seres desconocidos/ F
Creyó que estaba soñando, sin embargo, uno de aquellos seres lo pellizcó en la entrepierna para que saltara y luego se rio como si estuviese haciendo una divertida travesura. Entre ellos hablaban en un lenguaje muy parecido al “cuti,” pero mucho más enrevesado. No obstante, cuando el que parecía ser el jefe le dirigió la palabra, lo hizo en un español perfecto y cadencioso. Le dijo que había sido abducido por la nave XRS534, proveniente del planeta Eluxar, porque querían estudiar las particularidades de la especie humana.
Todavía aturdido por aquella extraña situación, sin comprender muy bien lo que estaba pasando, solo atinó a preguntar, "pero por qué yo, por qué no van a una ciudad más grande a buscar un ejemplar más moderno que les sirva para sus vainas." Entonces, para su desconsuelo, el jefe alienígena le dio sus razones:
—Porque durante los cinco meses que llevamos estudiándolos nos hemos dado cuenta que es usted una de los pocos organismos de este mundo cuya vida no depende de ese artilugio que vosotros llamáis móvil, celular o teléfono. Sospechamos que representa usted un nivel superior de vida, un individuo que logró evolucionar para desprenderse de las represivas influencias de ese aparato que los sugestiona a todos, para ser capaz de existir sin usarlo.
—Ah, -respondió todo extrañado-. No, eso no es así, ustedes están confundidos de bolas, yo no lo uso porque soy raro… Coño, pero es que no pego una con los benditos celulares -se dijo para sí mismo y se desmayó-.
Saludos amigo @cruzamilcar63
Interesante relato, donde un teléfono celular no pudo cubrir el espacio que dejaban en un padre el distanciamiento de sus hijos, y que además, falló en su intención de controlar su tiempo y mente.
Gracias por unirse a la dinámica.
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Hola amigo que buena historia, después que uno tiene su primer celular en las manos es difícil estar sin el.
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Es cierto, amiga. El protagonista del relato, sin embargo, no quiso un celular y terminó en una incómoda situación. Gracias por su comentario. Un gran saludo.
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