The Bierzo and its mysteries, a place where the unusual found refuge and in the depths of its heart, the Valley of Silence, there are still enchanted places, where time, with its frenetic march, hardly worries or alters, undoubtedly rejected by that chain of mountains, the Aquianos, that guard and protect them.
There are pilgrims, who, even deviating from their path to Molinaseca - having left behind key places that have fallen into disrepair, such as Rabanal, Foncebadón, El Ganso, El Acebo and the abandoned village of Manjarín, converted into a modern 'Templar hospital commandery' - go down to a town called Compludo, to enter a few meters into a virgin forest, which, fortunately, has been freed from the abrasive invasion of the eucalyptus that dries out the land of the neighboring mountains of Asturias and Galicia.
There, following the course of a stream whose singing waters never fail to know the prison of ice in winter, these same pilgrims come across a true relic of medieval times, which, if we are to consider the studies of great hermeneuts, such as the Romanian Mircea Eliade, were the home of other wise beings, the blacksmiths, whose knowledge of fire and metals made them, in some way, superior in the society of those times: the blacksmith shop of Compludo.
El Bierzo y sus misterios, un lugar donde lo insólito encontró refugio y en lo más profundo de cuyo corazón, el Valle del Silencio, todavía quedan sitios encantados, donde el tiempo, con su frenética marcha, apenas preocupa o altera, sin duda rechazado por esa cadena de montes, los Aquianos, que los guardan y protegen.
Hay peregrinos, que, aún desviándose de su camino hacia Molinaseca -habiendo dejado atrás lugares clave venidos a menos, como Rabanal, Foncebadón, El Ganso, El Acebo y el pueblo abandonado de Manjarín, reconvertido en moderna ‘encomienda hospitalaria templaria’- bajan hasta un pueblo llamado Compludo, para adentrarse algunos metros en un bosque virgen, que, afortunadamente, se ha visto libre de la invasión abrasiva del eucalipto que reseca la tierra de los vecinos montes de Asturias y de Galicia.
Allí, siguiendo el curso de un riachuelo cuyas cantarinas aguas no hay invierno que no conozcan la prisión del hielo, esos mismos peregrinos se encuentran con una verdadera reliquia de tiempos medievales, que, si hemos de considerar los estudios de grandes hermeneutas, como el rumano Mircea Eliade, fueron el hogar de otros seres sabios, los herreros, cuyo conocimiento del fuego y de los metales les hacía, de alguna manera, superiores en la sociedad de aquellos tiempos: la herrería de Compludo.
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