Una de las mejores administraciones del Bar Madrid convocó en ese espacio unos bailes de carnaval.
¡Claro que vamos!, decíamos todos. Era un encuentro divertidísimo. ¡Por supuesto! entre tanta gente creativa!
A uno de esos bailes fui vestida con un traje de novia que mi mamá guardaba en un baúl.
A mi esposo, lo disfracé de Vikingo: un saco como traje, una cornamenta y un hacha hecha con papel de aluminio sobre un martillo verdadero.
Este cuento puede ser muy largo... abreviaré.
Un amigo de infancia, el querido amigo Orlando S., vecino de toda la vida, entre chistes y juegos de palabras comenzó a decirle a mi esposo que yo estaba muy bella y que él me había visto en pantaletas, lo cual era cierto porque nos conocíamos desde muy, pero muy, pequeños.
Lo decía y lo repetía hasta que mi esposo, para sacárselo de encima, le lanzó el hacha, olvidado de que en realidad le estaba lanzando un martillo...
¡oh, oh!
Todos le sobamos el chichón a Orlando...
Especialmente yo le brindé cervecitas frías y guardé esta anécdota para contarla y reírnos entre amigos... la cara de Orlando y la de mi esposo!
Hoy me gustaría volver a disfrazarme de novia.
Soy @gracielaacevedo
Realicé el montaje de una imagen de Pixabay con la fotografía, de mis archivos personales, utilizando Paint.
Realicé el montaje de una imagen de Pixabay con la fotografía, de mis archivos personales, utilizando Paint.