Saludos.
Muy agradable lectura.
Si me permite compartir con usted un recuerdo, estoy por cumplir 60 años y los recuerdos se me escapan. En 1974 visité por primera vez Caracas acompañando a mi madre; ella me llevó a visitar a una familia con la que mantenía una añeja amistad. En un momento de la conversación la señora de la casa y mi madre se ausentaron y quedé en la sala con el padre de la familia; el señor era un detective jubilado de la Policía técnica, ostentaba un largo y ancho bigote, y también una colección de pipas, además mostraba un particular orgullo por su biblioteca. No recuerdo que en aquella conversación él haya hecho referencia a ningún caso que hubiese resuelto, sin embargo, si refirió algunas de sus lecturas y su intención de escribir memorias, que tal vez se parecerían a lo narrado por usted. Al despedirnos, el caballero tuvo la amabilidad de regalarme una novela rusa: Crimen y castigo. Lamentablemente nunca más volví a conversar con aquella pareja de señores tan amables...
Tengo la impresión que en Venezuela la novela y el relato corto de tema policial aún tiene mucho por dar.
Creo que esta es mi oportunidad para agradecer a usted y también, si eso fuese posible de alguna forma, a aquel señor del quien le he referido por permitirme una grata lectura.
Muchas gracias.