Visiones - Despedida

in spanish •  5 years ago  (edited)

Un saludo a todos, el siguiente relato fue inspirado por el arte digital de @xpilar, los invito a que visiten su blog. La imagen que motivó este relato es la siguiente.



Fuente

Visiones


Despedida

Por siete años más, Lucian siguió siendo tratado por Patricia, la nodriza del dispensario, medicamento tras medicamento, su condición no variaba, las visiones seguían apareciendo, afectando sus estudios y su capacidad de socializar, haciéndolo huraño y abstraído. Poco a poco sus compañeros fueron distanciándose de él y dejándolo atrás en los estudios, hasta convertirlo que un joven solitario y silencioso.

Su otro yo en Fenrir, como él lo llamaba en las sesiones de terapia, no era capaz de hablarle, sólo lo escuchaba y él sabia que era así, por sus acciones, lo cual en realidad no servía de mucho. El Lucian de Fenrir vivía en el restringido mundo del dispensario, su única vista del mundo exterior la tenía a través de un ventanal, el mismo que también estaba en el dispensario de Perseo, sólo que allí la vista estaba directamente a la pared de la montaña.

La vista que tenía el Lucian de Fenrir, del mundo más allá de la sala común y el dispensario, a través de su ventana, era la de una cadena de picos que asemejaban los afilados y helados dientes, de las fauces de alguna extraña y gigantesca criatura, fauces que sentía estaban devorando uno a uno a los niños de la colonia.

A través de la ventana, podía observar elevarse en el cielo el gigante gaseoso, del cual Fenrir era un satélite, así como las ocasionales salidas de la estrella enana naranja a la que el planeta orbitaba. Para el Lucian de Perseo, ver un amanecer fue una novedad, en su mundo no existían los amaneceres u ocasos, al menos no el sentido literal; en Perseo había días y noches, pero sólo se trataba del oscurecimiento o no de la cúpula que lo protegía, del aun en terraformación, ambiente externo.

Lucian ya de veintidós años, había vivido buena parte de su niñez, adolescencia y juventud con aquellas visiones que nadie creía, se trataban de las experiencias de otro niño que quizá estaba a más de quinientos años luz de Perseo, se había convertido en un adulto sombrío y taciturno, mantenía sus visiones para él, sólo las comentaba con PATRICIA en sus habituales sesiones.

Había sido testigo de cómo el Lucian de Fenrir se quedaba sólo en la sala común, uno a uno, los niños fueron viniendo y uno a uno fueron muriendo, y por lo que pudo interpretar de las preguntas de los mismos niños a las nodrizas, esto estaba sucediendo en toda la colonia, la sala común no era el único recinto dedicado a recibir a los moribundos, todo Fenrir moría lentamente.

Presenció cómo Lucian despertaba después de varias intervenciones, una de ellas para amputarle las piernas y en otras su brazo derecho. Sus visiones se fueron haciendo cada vez más breves y distantes una de otra, como si sus momentos de lucidez fueran menos. Lo que fuera que estuviera matándolo estaba próximo a lograr su cometido.

Una mañana, mientras se alistaba para salir del dormitorio, a su entrenamiento profesional, cayó al suelo y empezó a ver un cielo intensamente iluminado por infinidad de estrellas, con nubes de colores pastel que, como velos, se desplazaban a través de todo el campo de visión, oscilando rítmicamente, llevadas por una leve y fría brisa.

El habitual olor fétido que acompañaba a sus visiones, había desaparecido, desplazado por una agradable y suave fragancia que no podía describir, sintió como la desesperanza y angustia empezaba a cesar y junto con ella el profundo dolor que las causaba, era como sentir el cuerpo adormecerse completamente, mientras una extraña paz parecía reemplazar todos los demás sentimientos, una paz que era acompañada por una profunda dicha, justo antes de que todo se oscureciera, nublándose poco a poco, como lo hacía la cúpula de Perseo al anochecer.

Lucian despertó sobre el piso de su habitación, nada en su visión parecía haber tenido sentido, pero aun así sabía lo que había pasado. Se sentó con las rodillas recostadas contra su pecho y agachó su cabeza, sus lágrimas brotaron cayendo sobre su ropa. A pesar de la tristeza que sentía; en lo profundo, un sentimiento de alivio lo tranquilizaba. Ahora estaba seguro de que las visiones no volverían.

Ese día Lucian no asistiría al entrenamiento, pasaría el resto de la mañana y la tarde en la playa, más allá de las marismas, sentado en la arena, observando el horizonte, viendo los relámpagos romper la oscuridad de los densos nubarrones del lado diurno del planeta. Sería su despedida del Lucian de Fenrir, su par genético con el que mantuvo por más de diez años un inexplicable nexo a través del infinito vacío del espacio.

Durante la noche del día doscientos veintidós, del año diecisiete de fundada la colonia Fenrir, Lucian, el último de los colonos había fallecido, su deteriorado cuerpo, casi logró alcanzar los diecisiete años, después de incinerar su cuerpo, las dos nodrizas robot que permanecían operativas, se desactivaron y la IA de la colonia detuvo toda actividad en el módulo del dispensario, la única sección de todo el complejo un activa y con energía; para luego sellar el reactor y suspender sus propias operaciones.

Texto original de @amart29 Barcelona, Venezuela, septiembre 2019

Otros relatos de la serie La Era de Perseo

Sólo me queda agradecer a @xpilar por permitirme usar su arte digital en mi publicación y por motivarla. Muchas Gracias @xpilar

Gracias a todos por visitar mi publicación, espero sus comentario y agradezco su apoyo, hasta la próxima



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Excelente relato estimado @amart29, gracias por compartirlo. Un saludo fraterno.

Querido amigo @amart29 para ser completamente franco, tenía tiempo sin leerte, y ya me hacía falta... Es impresionante tu trabajo, te felicito.

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