Mientras más se lee, más difícil resulta la tarea de escoger un libro favorito, o un escritor favorito. Sin embargo, me dispuse a crear una lista de los diez nombres más importantes en mi biblioteca, escogiendo cinco latinoamericanos y cinco del resto del mundo. Para conocer los criterios que usé para seleccionarlos y cómo fue esa experiencia, pueden leer mi post previo:
Mis escritores favoritos: criterios de selección
El orden de presentación de los siguientes autores, no responde a ningún tipo de preferencia. Es decir, obviamente los escritores en la lista los prefiero por encima de todos los demás, pero no hay un orden jerárquico entre ellos. El orden, si lo hay, es cronológico; los iré presentando en el mismo orden en que los fui descubriendo.
Un viaje en reversa
Comencé leyendo thrillers, gracias a Dan Brown y algunos autores semejantes. Hasta ese momento no había leído más Literatura (con L mayúscula) que los relatos de Edgar Allan Poe. Venezuela no me parecía literaria. Rómulo Gallegos, Arturo Uslar Pietri, eran nombres que no me llamaban la atención a causa de haber leído en el colegio Peregrina de Manuel Díaz Rodríguez, o de saber que Lanzas coloradas era una historia de la época de la independencia, un tema que me resultaba aburrido. Y entonces, Sánchez Rugeles me encontró.
Una amiga que no había leído el libro aún, me mencionó la sinopsis de una novela que me llamó mucho la atención y en una visita a mi librería favorita encontré en el estante, casi sin buscarla, Blue Label / Etiqueta Azul. Fue amor a primera lectura. La novela es una especie de road movie con una historia de amor adolescente, pero profundamente venezolana.
El Cronopio Mayor
Siempre recomiendo introducirse en la obra de Julio Cortázar a través de sus cuentos. Sin embargo, yo comencé subiendo esa escalera por un elevado peldaño.
Rayuela y las Clases de Literatura fueron los dos primeros libros que leí del Cronopio Mayor; del primero me quedó el asombro de la erudición, la forma y el fondo, la afinidad con su amor por el jazz, su rechazo a las estructuras, las frases que decían cosas extraordinarias de una hermosa manera, como envolver un preciado regalo en un papel igual de valioso; del segundo me quedó la experiencia de poder llamarlo Maestro porque a través de las páginas asistí a sus clases y la confirmación de lo que venía pensando tiempo atrás: yo quería ser escritor. "Hay que leer a Cortázar. Siempre" dice Mario Vargas Llosa y estoy plenamente de acuerdo. Aunque apenas he leído dos de sus novelas, me he leído todos sus libros de cuentos y algunas obras inclasificables como Historias de Cronopios y de Famas o La vuelta al día en ochenta mundos y en cada página salta a la vista por qué Cortázar era diferente y por qué sigue cautivando generaciones de lectores a la fecha. Si no lo conocen, léanse El preseguidor, La noche boca arriba, quizás mi cuento favorito del autor, o esa breve joya que es Continuidad de los parques, digna de un enriquecedor análisis literario. Les aconsejo no comenzar por, ni mucho menos limitarse a, Rayuela. Cierto, es una joya literaria, pero se disfruta más cuando ya se sabe cómo juega Cortázar; y para conocerlo, no hay mejor tarjeta de presentación que sus cuentos. Es más, si pueden leer sus cuentos en orden cronológico, aún mejor, para ir viendo la evolución del autor. Pero ya basta de ponerme exigente. Lean a Cortázar, como puedan y cuando puedan, pero léanlo. Una y otra vez. O mejor, como dice Vargas Llosa: "Siempre".El universo de Macondo
El mismo año que leí Rayuela leí La hojarasca y El coronel no tiene quien le escriba, ambas de Gabriel García Márquez. La primera me pareció agradable; la segunda me gustó un poco más, pero no me atrapó entonces. Sin embargo, ya había adquirido otros libros del autor que leería al año siguiente. Memorias de mis putas tristes, Del amor y otros demonios y sobre todo Crónica de una muerte anunciada edificaron en mi mente el pilar sobre el que se sostendría el Gabo cuando un año más tarde leyera uno de los mejores libros que existen en el mundo: Cien años de soledad. La equilibrada combinación del elemento imaginario, ese archi conocido realismo mágico, y la parte real, histórica, social, es algo deslumbrante. La magia del colombiano, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1.982, está en que sus obras son accesibles para todos, aún cuando no todos puedan exprimir todo su contenido.
Un lector novel puede seguir la historia y dejarse atrapar, pero un lector experimentado descubrirá además, el significado oculto de las escenas, los simbolismos y se deleitará con el lenguaje, la construcción de las frases, esa aparente facilidad, fruto del genio, con la cual se puede redactar una hermosa oración. Hasta la fecha, mi única deuda con la narrativa de Gabriel García Márquez es El otoño del patriarca, deuda que pienso pagar muy pronto. Si les parece complicado desentrañar el universo de Macondo y las generaciones de la familia Buendía en Cien años de soledad, les recomiendo El amor en los tiempos del cólera, novela fresca, relajada, romántica, divertida, fraguada con Literatura de la mejor calidad y frases tan características de su autor como:"Contéstale que sí – le dijo –. Aunque te estés muriendo de miedo, aunque después te arrepientas, porque de todos modos te vas a arrepentir toda la vida si le contestas que no".
Los desiertos de Sonora
Roberto Bolaño murió en el 2.003 dejando un enorme vacío en la Literatura Universal que ha podido llenar en parte gracias a las obras que se han publicado de manera póstuma y que ya había dejado listas (o casi) antes de partir. Su reconocimiento internacional le llegó tarde, en 1.999 con Los detectives salvajes, novela con la que obtuvo el premio Herralde de novela de Editorial Anagrama y el Rómulo Gallegos. Yo lo conocí más de una década después de su partida y me pregunté ¿por qué no había oído de él?. Las editoriales en Venezuela (si acaso queda alguna ya) se caracterizan por apoyar y promover lo que vende y no lo que merece darse a conocer. Para acceder a Literatura con L mayúscula, había que buscar libros de Alfaguara o Anagrama, todos ellos importados y cada vez más difíciles de conseguir y obtener, debido a su costo y a la inflación reinante en el país. Sin embargo, apenas comencé a leer a Bolaño, hice el esfuerzo y fui cazando sus libros y pagando lo que para mí era una inversión, no un gasto.
Al igual que con los Cien años de soledad de García Márquez, había leído unos seis o siete libros de Bolaño, antes de devorarme Los detectives salvajes. En ambos casos, un factor determinante fue el número de páginas; sentía que en el tiempo que me tomaba leer uno de esos libros, podía leer tres de los otros, por lo que primero conocí todos sus libros de relatos (Putas asesinas, Llamadas telefónicas, El gaucho insufrible y El secreto del mal) y dos de sus novelas, incluyendo Nocturno de Chile. Cuando leí las aventuras de Ulises Lima y Arturo Belano en Los detectives..., mi admiración no hizo sino crecer. Su estilo es limpio, preciso, absorbente; y sabe cómo emplear la técnica del iceberg de Hemingway, pero a su propia manera; la polifonía en sus obras, sus ideas, sus experimentos, son un verdadero tesoro para los lectores del mundo, especialmente los de habla hispana. También tengo una deuda con Bolaño. No me he leído 2666 que reposa hermosa, incorrupta, en mi estantería. Para leerla como se debe y para degustarla al máximo, quiero releer toda su obra narrativa en orden cronológico hasta llegar a esa joya póstuma, pero aún no poseo La pista de hielo. Cualquier ayuda respecto a esa situación, la sabría agradecer.¡Perdóneme, Don Mario!
Antes de conocer a los cuatro escritores que he nombrado, entre novelas de Dan Brown y Steve Berry, me había leído algo de Faulkner, algo de Hesse, y una novela llamada Travesuras de la niña mala que me pareció muy buena, pero que no me arrancó de los brazos de los thrillers que dominaban mi atención. Un par de años más tarde La civilización del espectáculo me pareció un brillante ensayo sobre la sociedad contemporánea y me dije que pronto debía tocarle el turno a ese escritor que había sido dejado de lado en mi biblioteca. Maravillado con Cortázar, García Márquez, Saramago, Kundera y Murakami, entre otros, un nombre iba quedando relegado para después: Mario Vargas Llosa. Y hoy quiero pedirle perdón. ¿Cómo es posible que La ciudad y los perros haya sido publicada en 1.962 y yo la haya leído apenas el año pasado? La lectura de La fiesta del Chivo a finales de 2.017 me reencontró con el escritor peruano, ganador del Premio Nobel de Literatura, y me impulsó a leer durante el 2.017 todos esos títulos que tenía pendientes en la parte media de mi biblioteca, justo entre Saramago y el Cronopio.
Pantaleón y las visitadoras y La tía Julia y el escribidor me revelaron que la Literatura de calidad puede ser divertida sin dejar de ser seria. Tenía tiempo sin reírme tanto con una novela y el sentido del cumplimiento de Pantaleón Pantoja, así como el compromiso profesional de Pedro Camacho, me regalaron risas, sonrisas y felicidad, en unas lecturas desafiantes, para las cuales se requiere un lector activo. Y luego, la apoteosis: La ciudad y los perros. La magia de esa obra crece cuando se conoce que fue la primera novela de Vargas Llosa y que la escribió cuando tenía apenas 27 años. Contemporáneo con García Márquez y Cortázar, de quienes era amigo, era el más joven de la generación del boom latinoamericano y el último que queda con vida.
Mi amor por la escritura de Vargas Llosa radica sobre todo en la estructura. Diálogos que se mezclan sin respetar personajes o tiempos narrativos, una cronología que casi nunca es lineal, hechos que se mantienen ocultos hasta casi la última página, pero que están presentes durante toda la novela, el tratamiento de lo erótico, lo social, lo político, de la mano con lo cotidiano; son algunos de los rasgos destacados de su narrativa, presentes en La casa verde y Conversación en la Catedral. Sumemos a eso que también ha escrito libros de cuentos (Los cachorros), ensayos sociales y literarios (Cartas a un joven novelista, La orgía perpetua) y obras de teatro; a la fecha, me he leído casi veinte de sus libros y acaso uno no me ha generado ganas de relectura. Creo que, al igual que los otros cuatro pilares que nombré en este artículo, es un autor indispensable para todo aspirante a escritor.
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Hola!
La ingeniesa forma en la cuál nos llevas a saber más de grandes escritores es maravillosa. Mario Vargas Llosa, será mi escritor predilecto por siempre y comparto el anális crítico que le haces; siendo mi compatriota, entiendo muy bien la métrica y los temas elegidos por él, ya que son de una época dura del Perú.
Gracias por llevarnos siempre al encanto de la lectura.
Este post ha sido propuesto para una curación por @celfmagazine.
Saludos!
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Gracias por tu comentario, por el apoyo y por proponerlo. Me alegra que siendo tu escritor favorito y compatriota, coincidas con el análisis que hago; me hace sentir que he entendido su trabajo, entonces. Saludos.
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Es increíble el parecido de nuestros gustos (salvo Dan Brown, por aquello de mi reticencia a escritores de tendencia). En el apartado a Vargas Llosa creo que, y entiendo la falta de la memoria al trabajar con recuentos, falta una importante obra: la Guerra del Fin del Mundo. Obra magistral. A Bolaños lo conocí solo por Detectives Salvajes. Ahora iré por esos otros que recomiendas.
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Dan Brown lo leí cuando era adolescente y comenzaba a descubrir los libros, pero no es parte del listado como tal. No es falta de memoria, es una de las pocas novelas de Vargas Llosa que no he leído (El paraíso en la otra esquina e Historia de Mayta son las otras de sus novelas que aún no he leído), pero está en mi lista de próximas lecturas, porque sé que es una de sus grandes obras. Recién en los últimos seis meses es que he leído más de una docena de sus libros, es decir, la mayoría de los que conozco hoy día. De Bolaño le recomiendo los cuentos; y de las novelas, Amuleto y Estrella distante. Gracias por leerme y comentar. Saludos.
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Gracias por la recomendación. Espero encontrarlos aquí en Lima
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Quizás te cueste encontrar algo de Eduardo Sánchez Rugeles, pero los demás han sido editados en todo el continente durante muchos años, así que sin duda conseguirás algo.
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Interesante
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De los autores que mencionas desconocía a Sanchez Rugeles y a Bolaños, me queda como tarea encontrarme con ellos y descubrirlos, sobre todo con el primero, me parece interesante su propuesta literaria. Mi encuentro con Cortázar fue mágico y me identifique mucho con su estilo( guardando las distancias, claro esta). De Garcia Marquez he leído Crónica de una muerte anunciada, Memorias de mis putas tristes, El general en su laberinto, pero tengo resistencia a leer "Cien años de Soledad", debo aprender a vencerla y adentrarme en ese mundo de Macondo... Gracias por tan nutridas reseñas. Saludos.
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Creo que Sánchez Rugeles es lectura "obligada" para cualquier venezolano. Si quiere reencontrarse con el Gabo, puede leer El amor en los tiempos del cólera, la disfrutará un montón. Y si definitivamente se decide a visitar Macondo, puede comenzar con las otras novelas y los cuentos que el Gabo ambientó en ese lugar, para que luego lea Cien años de Soledad. Saludos y gracias por el comentario.
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